“LA VERDADERA LIBERTAD QUE LLEVA AL PROGRESO NACIONAL”

Hemos recordado en forma muy especial un aniversario más de la encomiable labor de Hidalgo, Morelos, Allende y toda una constelación de figuras titánicas que extendieron su brazo y lucharon por la independencia de México. Estaban seguros de la mayoría de edad de México y por lo tanto había llegado la hora de librarse de la dominación española. Con decisión y generosidad pero sin preparación alguna se lanzan a la conquista de un derecho nacional usurpado. Se lucha y se muere. Más de diez años de sudor y de sangre; de heroísmo y crueldades, pero al fin la victoria. México, no será más vasallo de España. Motivo muy justo, para que anualmente celebremos jubilosos esa herencia que nos dejaron nuestros antepasados. Pero el grito de libertad, sigue resonando con más fuerza y vehemencia en la actualidad. Se manifiesta claramente en el hombre de hoy, un deseo cada vez más imperioso de libertad. Y es que ésta, es una propiedad esencial del hombre: Pertenece a lo más nuclear del ser persona, está unida a la plenitud humana; por lo mismo siente un deseo acuciante de libertad, porque a través de ella realizará el hombre su propio destino. No puede abdicar a ella, si lo hace, se degradará moral y ontológicamente. De ser persona, se rebajaría a la categoría de ser cosa. La libertad, no es un don sino una obligación que Dios impone al hombre porque sólo los frutos de la libertad agradan a Dios. Pero las prisas humanas han atropellado y desfigurado el sentido de palabras tan básicas y significativas como es el amor, y lo confunden con amoríos; con el simple deseo; la amistad con camaradería; lo bueno con lo agradable; la libertad con el libertinaje. Produciendo esto: una confusión, que lejos de elevar al hombre lo degrada porque confunde la libertad, con el antojo y capricho y así se oye decir al esposo, que es libre y que él, puede hacer lo que quiera, con el dinero, que ha ganado con su trabajo. Y escudado en ese falso concepto de libertad, piensa que puede gastarlo en, antros, cantinas, billares o prostíbulos, cuando ese dinero, no es de él, sino de la familia que él, libremente quiso engendrar. También la juventud, sueña con la libertad, pensando que ésta, consiste en rechazar toda autoridad, y consejos paternales, sueñan con vivir lejos de los padres, porque para muchos hijos el obedecerlos es obstruir su libertad, pero en realidad lo que quieren es libertinaje. La mayoría de las personas tienen un sólo aspecto o cara de la libertad, que es la física. Pero hay otro tipo de libertad más elevada, más importante que es la libertad moral. Esta conlleva la exigencia de una riqueza interior, que nos ayuda a sostenernos de pie, con firmeza calcárea y no permitir jamás ser esclavos ni llevar atado el yugo de la civilización en la que vivimos. No somos ya, esclavos de España, pero somos esclavos de la moda, de la fama, del prestigio social que se tiene que conservar, “del que dirán” ya que siempre nos impresiona la opinión ajena y el comentario callejero; no podemos cruzar sin mareos, por entre las sonrisas burlonas. Muchos están amordazados por el temor o el riesgo de perder el puesto y olvidan que un hombre libre, si está en la cumbre, es cuando menos se debe quedar callado ante la injusticia, porque su silencio implica un apoyo al opresor. Y cuantos mexicanos, o guardan silencio, o adulan al poderoso, antes que comprometerse. No han entendido, lo que es la verdadera libertad. De nada sirve gritar: “Es mejor pobreza con libertad, a riqueza con esclavitud”, porque aunque la frase es magnífica, pero no tiene sentido si somos esclavos de otras muchas cosas. La libertad medular, es aquella que nos ayuda, a mandar en nuestros gustos e inclinaciones; a preferir nuestra conciencia sobre la sonrisa o el aplauso; la que nos ayuda a seguir la línea recta, aunque sintamos golpes a babor o estribor, la que nos ayuda a realizar nuestra vida, sin fijarnos en las opiniones, estilos de vida, o criterios ajenos. Un hombre así, es verdaderamente libre, y desconcertante y difícil de cercar. No se ha dejado enmadejar en las complejidades de la vida. Pero, ¿Dónde está este hombre para felicitarlo? Este tipo de libertad es más difícil de conquistar, que la que conquistó Hidalgo, para la patria. Y sin embargo la conquista de la libertad personal, debe ir a la par con la conquista de la libertad, si queremos que el compromiso revolucionario, no sea un mito o una farsa. Sin libertad personal auténtica, siempre habrá un desequilibrio funesto, tanto en la vida privada, como a nivel comunidad; ya que seguirá habiendo fraudes, abusos de autoridad, opresión, injusticia y cálculo usurero porque en resumidas cuentas el libertinaje no es otra cosa que un refinado egoísmo. Ciertamente somos seres humanos y siempre habrá problemas, en todos los ambientes y lugares; pero es necesario trabajar por superar esta clase de problemas y tratar de ser verdaderamente libres, y con esta clase de libertad habrá ciudadanos de calidad.

¡VIVA MÉXICO! ¡VIVA! PERO NO BASTAN LOS GRITOS

​Porque la Patria es impecable y diamantina, su superficie es el maíz. El niño Dios le escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo. Esto dice RAMÓN LÓPEZ VELARDE en su poema: “Suave Patria”. Se vive el mes de septiembre. Mes llamado de la patria. Porque en él están las fechas del nacimiento de la libertad nacional, fechas teñidas de rojo vivo, de la sangre de los héroes, ejemplos vivos de verdaderos patriotas, que supieron juntar la palabra y la acción en favor de la patria. Somos herederos y usufructuarios de esa libertad y grandeza que ellos conquistaron con su sangre, su obra permanece viva en los auténticos mexicanos. Amar a la patria es un deber de todo ciudadano, como para un hijo amar a su familia. Porque la patria es una familia en grande. Pero la patria no es únicamente valles y montañas; volcanes y ríos, sino la historia del pasado de nuestra raza. Es el recuerdo enternecedor de nuestra propia existencia nacida en su seno. Es la tierra bendita donde Dios colocó nuestra cuna. Es el centro invisible pero viviente al que nos atan todos nuestros recuerdos, todos nuestros intereses, todas nuestras esperanzas. Sin patria el hombre no es más que un simple nómada errante sin raíces que en su largo o corto peregrinar deja regados todos sus recuerdos, sin tener un relicario donde guardarlos como es la patria. El amor a la patria ocupa uno de los primeros lugares en el corazón del hombre y es uno de sus principales deberes. El verdadero patriota ama a la patria con el más valiente e indestructible amor. Pero no basta gritar: “Viva México”, para ya tener una garantía de que se ama a la patria. Las palabras sin obras, carecen de valor. Y muchas veces las obras, no son las indicadas para engrandecer a México. Ciertamente que se debe trabajar, por la prosperidad material, pero también es cierto que el simple crecimiento económico no es suficiente para calificar de grande a una nación. El auténtico desarrollo, que es base de grandeza, es aquél que conduce a una recta jerarquización de valores y a un desarrollo integral de hombre. No hay que olvidar que los recursos económicos necesarios para el desenvolvimiento de las personas y desarrollo de las naciones, si de medios que son, se les convierte en fin supremo, se transforman en obstáculos para el desarrollo auténtico y armónico del ciudadano. El verdadero patriota, no lucha tanto por embellecer con fuentes a la ciudad, sino que lucha por que los grandes sectores de mexicanos, que permanecen marginados, en la miseria, el hambre, la ignorancia y la injusticia, satisfagan sus necesidades más primordiales. ¿Cómo entender que se ama a la patria y si se propicia la embriaguez, permitiendo “ferias”, que no son más que cantinas disfrazadas, en donde se provoca, al padre de familia, para que gaste lo que por obligación debe de dar a su hogar? ¿Cómo entender que se ama a la patria y se facilita la venta de bebidas embriagantes en exceso y se legaliza la drogadicción?; se explota al pueblo dizque para mejorarlo en el aspecto material y el pueblo nunca ve el fruto de esa explotación. Nunca llegaremos a un completo desarrollo como nación, mientras exista un subdesarrollo moral que se manifiesta claramente en la avaricia de los que dirigen desde los puestos públicos los destinos temporales de México. El verdadero patriota no es el que grita: “Viva México” o participa en el desfile, sino el que respeta la santidad del matrimonio y no acepta el divorcio, ni el aborto y demás cosas por el estilo. El verdadero patriota no es el líder demagogo que grita y gesticula sofísticamente ante masas amorfas, sino el hombre que no elude las exigencias de la religión, ni desprecia las normas éticas. El verdadero patriota busca servir al pueblo y no servirse de él. El que no convierte en objetivo supremo de su vida, el enriquecimiento, por cualquier medio, antes bien procurará dar hasta su sangre si es preciso en favor de la patria. Venturosamente se vislumbra el principio de un cambio y nuevamente se abren las puertas a la esperanza. Es necesario y urgente que ese mar de fango, entiéndase corrupción, que nos tiene amenazados de muerte, sea contenido, para que se conserve sólo el natural movimiento del oleaje y que sólo ensucie al que libremente quiera sumergirse en él, pero sin perjudicar a otro. Luchemos por un México libre y decente, en donde se acabe ese estado de río revuelto y esa cadena compleja de complicidades, en donde cada funcionario público se siente dueño de una parcela de poder, que tiene que hacer producir, no en beneficio nacional sino en particular. Y así no tiene derecho de gritar “Viva México”.

​Hace tiempo según las noticias por la televisión, México ha recibido con honores cívicos la Bandera que hizo Hidalgo, en la que pintó la imagen de: Nuestra Señora de Guadalupe y en ella escribió: “¡Viva la religión! ¡Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! ¡Viva Fernando -VII-! ¡Viva la América y muera el mal gobierno! Vi hace tiempo la escena de estos honores cívicos, pero no alcance a ver si tenía estos letreros que dice la historia que estaban. Y empezó la marcha de la independencia, cuyo aniversario hemos celebrado. Pero también hay que reconocer todo lo positivo que nos trajeron los españoles, como la verdadera religión. Admirables misioneros franciscanos, dominicos, agustinos y demás, fueron grandes sembradores de la semilla evangélica, en la nación mexicana. También no es la misma la arquitectura prehispánica a la de la época colonial, que trae a la historia del arte, algo insólito y nuevo. Y así en otros aspectos, como el cambio físico-biológico de las razas indígenas, etc. ¡Gracias a los Españoles tenemos estas riquezas! ¡Arriba y adelante! Y trabajar por la verdadera libertad, para que la Nación Mexicana progrese en todos los aspectos positivos.