I Domingo de Adviento, ciclo A

Manteneos despiertos, no sabéis ni día ni la hora

Primera lectura: (Isaías 2,1-5)

Marco: Este fragmento se enmarca en un conjunto en el que se recogen oráculos sobre Judá e Israel (1,1-12,6). Corresponde a unos años difíciles para el reino de Judá, incluida la amenaza de invasión del reino y deposición del heredero de David.

Contiene dos bloques más importantes: Denuncias y esperanzas (1,1-6,13); y el libro sobre el Enmanuel (7,1-12,6). El fragmento que proclamamos hoy es una vibrante y esperanzadora visión sobre Jerusalén centrada en esta afirmación: "Hacia El afluirán todas las naciones, vendrán pueblos numerosos...Venid subamos al monte del Señor". Todo está inspirado por la futura paz mesiánica. Seguramente está redactado en poesía que es la clave de lectura adecuada. Isaías es el profeta del Adviento.

Reflexiones:

1ª) ¡En las situaciones extremas Dios se hace solícitamente presente!

Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes. La expresión "al final de los días" es frecuente en la Escritura. En un clima de discurso de despedida leemos en el libro del Génesis: Jacob llamó a sus hijos y les dijo: Reuníos, que quiero deciros lo que será de vosotros en los días venideros (Gn 49,1); y en el libro del Deuteronomio: En medio de tu angustia, cuando te hayan sucedido estas cosas en los últimos días, te volverás al Señor tu Dios y escucharás su voz (Dt 4,30); y en el libro del profeta Jeremías: La ira del Señor no se retirará hasta que haya cumplido y realizado lo que el Señor había planeado. En aquellos días lo comprenderéis (Jr 30,24). No tiene necesariamente un sentido escatológico-mesiánico. Se refiere al final de un período futuro, cuya extensión es determinada frecuentemente por el contexto. Es evidente, no obstante, que es fraseología enfática es muy apropiada para aludir a la lejana época mesiánica e incluso a la escatológica. A partir de la situación extremadamente grave en que se encuentra el reino de Judá tanto por la falta de fe y de respuesta moral como por la amenaza de invasión por obra de Siria y del reino del norte, el profeta-poeta dirige la mirada a un futuro glorioso del reino. En momentos difíciles se hace más urgente reavivar la esperanza y el compromiso ético. La imagen de Jerusalén en la cima de los montes invita a creer en la seguridad y firmeza del proyecto de Dios sobre su pueblo y sobre el mundo. La esperanza cristiana tiene algunos rasgos específicos: que mira siempre hacia un bien, futuro, difícil pero posible porque se apoya en el poder de Dios. Este acontecimiento subraya el último aspecto de nuestra esperanza. Nunca fallará.

2ª) Jerusalén-Iglesia lugar de encuentro de todos los hombres porque poseen la Palabra de Dios que ilumina

Hacia él afluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. De Jerusalén saldrá la palabra del Señor. Para manifestar de manera tangible la gloria del templo de Jerusalén se deja a la imaginación de lector la composición del lugar: Jerusalén es situada sobre un vértice altísimo, obtenido gracias a la superposición de los diversos montes. Jerusalén y su templo (lugar de la presencia protectora de Dios) se convertirán en centro de la humanidad. Se trata de una idea universalista muy querida al libro de Isaías y otros profetas. En el así llamado apocalipsis de Isaías podemos leer algunos pensamientos: Se sonrojará la luna, se avergonzará el sol, porque el Señor todopoderoso reinará en Jerusalén, en el monte Sión, glorioso ante sus ancianos (24,23); con imágenes de gran valor evocador y narrativo afirma: El Señor todopoderoso preparará en este monte para todos los pueblos un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares exquisitos, vinos refinados (25,6). En el Segundo Isaías afirma el poeta profeta: No gritará, no alzará la voz, no voceará por las calles; no romperá la caña cascada ni apagará la mecha que se extingue. Proclamará fielmente la salvación, y no desfallecerá ni desmayará hasta implantarla en la tierra. Los pueblos lejanos anhelan su enseñanza (40,2ss). En el Tercer Isaías: Como el cielo nuevo y la tierra nueva que voy a crear, subsisten ante mí, oráculo del Señor, así subsistirán vuestra estirpe y vuestro nombre (66,22s). También en el libro de Jeremías en una sección dedicada a describir el nuevo pueblo de Dios se puede leer: Entonces llamarán a Jerusalén “Trono del Señor”; todas las naciones se reunirán en ella, en el nombre del Señor, y abandonarán los proyectos de su corazón obstinado (Jr 3,17). Finalmente, en el libro de Zacarías, obra posexílica de especial relieve e importancia, en un oráculo mesiánico se lee: Así dice el Señor todopoderoso. Todavía han de venir gentes y habitantes de ciudades populosas. Los habitantes de una ciudad irán a decir a los de la otra: “Vamos a invocar al Señor todopoderoso y a pedir su protección. Yo también voy contigo”. Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a adorar al Señor todopoderoso en Jerusalén y a pedir su protección (Zac 8,20-22). Se dirige la mirada en doble dirección: hacia la promesa hecha a Abrahán (en ti serán benditas todas las naciones) y hacia la realidad de la humanidad: necesitada de la luz de la palabra de Dios. Con el Adviento se nos invita a dirigir la mirada a la Vuelta gloriosa del Señor. Toda la humanidad ha de participar en la esperanza de Israel y de la Iglesia. Todas la naciones buscan "los caminos y los senderos" del Señor, es decir, su Palabra que los ilumina, como lo indica el propio profeta. Esta Palabra es la manifestación de la voluntad salvífica de Dios. Afirma San Jerónimo: "la Iglesia, fundada originalmente en Jerusalén, dio origen a las iglesias de todo el mundo".

3ª) Es necesario experimentar y proclamar que el Dios cristiano es de todos y para todos

Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. Dios aparece y es reconocido como el árbitro inapelable para todos los pueblos. El proyecto de Dios es universal. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Por caminos diversos quiere conducir la historia de su pueblo y la historia de la humanidad porque sólo en el encuentro con El está la salvación. Por caminos diversos pero hacia la misma meta. En la paz mesiánica todo armamento será inútil. Es necesario que los creyentes proclamemos ante el mundo esta carácter universal de proyecto de Dios y el carácter liberador de su proyecto. Adviento es una gran oportunidad para la renovación en la Iglesia de su conciencia universal a todos los niveles: geográfico, étnico, cultural, social, económico y religioso. La Iglesia es un signo de salvación para los hombres: No te ruego solamente por ellos, sino también por todos los que, creerán en mí por medio de su palabra. Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado... Para que lleguen a la unión perfecta, y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado (Jn 17,20-22). El Adviento es, a la vez, esperanza y compromiso. El fragmento de Isaías abre muy adecuadamente el comienzo de la celebración litúrgica del Adviento porque recoge muy bien la honda significación teológica del mismo. Nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro con el compromiso de reconducir el presente. El futuro es contemplado como una realidad a la que todos tenemos acceso y podremos participar en él. El profeta recurre reiteradamente a la imagen del "camino" y del "caminar". Porque el Adviento, tiempo abierto, pone en marcha a la Iglesia y ofrece al mundo un futuro que responde a las urgencias más profundas de la humanidad.

Segunda lectura: (Rm 13,11-14)

Marco: El fragmento de la carta a los Romanos corresponde a la parte parenética de la carta. Es costumbre que Pablo en sus cartas trate dos grandes temas: uno en el que el acento recae más bien en lo doctrinal y otro en el compromiso práctico. Este segundo tema suele ser deducción del primero y fundado en el primero. El fundamento del compromiso cristiano siempre es de carácter cristológico. Pablo ha afrontado en los capítulos 1-11 de la carta el grave y fundamen¬tal problema de la justificación por fe que se recibe como don absolutamente gratuito de parte de Dios. Situación de los judíos y de los paganos ante Dios y ante la salvación. En la carta a los Romanos lo expone de manera magistral y más completo que en ninguna otra carta. Precisamente en ese conjunto doctrinal aborda el tema de la esperanza fundada en la eficacia del amor gratuito de Dios que es sellado con el don escatológico del Espíritu.

Reflexiones

1ª) ¡El cristiano ha de estar siempre despierto!

Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabi¬larse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. Pablo deduce una de sus consecuencias fundamentales: si las cosas han sucedido así es necesario que tomemos en serio la respuesta a la esperanza cristiana. Esta es exigente en cuanto a la respuesta se refiere. El cristiano está siempre "en camino" y debe adoptar una actitud de exigente vigilancia. El creyente no es ciudadano de este mundo y es ciudadano de este mundo. Se le advierte que ha de vivir intensamente la realidad presenta, con plena responsabilidad, pero no debe olvidar su carácter de peregrino hacia otra patria definitiva. Este equilibrio que imprime la auténtica y madura fe cristianan hay que conservarlo siempre vigilante. El creyente no puede entretenerse en la ciudad terrena, pero debe asumir la tarea de la construcción de l reino con todas fuerzas. La esencia de la esperanza requiere esta actitud, pero siempre abierta a un futuro glorioso y seguro. El Maestro nos aconsejó: sed astutos como las serpientes y sencillos como las palomas.

2ª) ¡En marcha solo con lo imprescindible porque al camino es difícil, largo, costoso, pero admirable!

La noche está avanzada, el día se echa encima...pertrechémonos con las armas de la luz. En una visión escatológica que subyace a estos textos, afirmar que la noche está avanzada quiere decir que la realidad salvadora está presente para siempre y que la meta es firme y segura. El hombre ya no camina a tientas y como en la noche, porque con la venida de Jesús se ha abierto el definitivo camino que conduce con toda seguridad a la meta deseada. La noche es símbolo de precariedad, de inseguridad, de debilidad y de riesgo. Por otra parte, en la escritura simboliza el alejamiento de Dios que es luz y, como consecuencia, se convierte en símbolo de inmoralidad y discomunión. El día, por el contrario, según la escritura es símbolo, por estar guiada por la luz, de certeza, seguridad, credibilidad. Aunque el camino sigue siendo largo y vosotros, ya es posible realizar ese itinerario bien pertrechados con las armas de la luz. Cristo camina en medio de los discípulos que le siguen: Os aseguro que si dos de vosotros se pone de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en nombre, allí estoy en medio de ellos (Mt 18,19s). Acaso el pensamiento central pudiera sintetizarse en estas expresiones paulinas: El creyente ha de actuar de tal manera como si todo dependiera de su esfuerzo (plena responsabilidad temporal que urge una fe y una esperanza madura) y como si todo dependiera exclusivamente del poder de Dios, es necesario vivir intensamente el hoy de Dios.

Evangelio: (Mt 24,37-44)

Marco: El fragmento elegido para este domingo forma parte del así llamado discurso escatológico. Este discurso está construido conforme a un género literario peculiar. Sabemos que la apocalíptica había sido desarrollada fuertemente en una corriente del judaísmo más bien periférico. Tenían su propia comprensión de la esperanza mesiánica centrada, sobre todo, en la figura daniélica del Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo para juzgar a la humanidad. La apocalíptica surge en momentos difíciles, que requieren la máxima atención, disponibilidad, esfuerzo y esperanza. En momentos de persecución.

Reflexiones

1ª) La pedagogía de la historia para enseñar y apuntalar la esperanza

Lo que pasó en tiempos de Moisés, pasará cuando venga el Hijo del hombre. Sobre el esquema apocalíptico, Jesús y los evangelistas intentaron hablar del futuro. Pero no interpretaríamos correctamente este capítulo si nos dejamos guiar excesivamente por la imaginación y por el montaje representativo que lo acompaña. Son sólo imágenes propias de ese género literario. El fondo de la cuestión no está en el temor sobrecogedor de tales signos y acontecimientos. Todo el discurso escatológico orienta nuestra mente a la vigilancia, a la esperanza, a la tarea cotidiana vivida y mantenida en la perseverancia y realizada con la orientación de esta esperanza. El centro es la esperanza en un fin glorioso que Dios tiene preparado para los hombres y que se realizará a pesar de todas las oposiciones, persecuciones y dificultades. El mejor desarrollo de este discurso sería el Libro del Apocalipsis que es fundamentalmente un testimonio en favor del Cristo glorioso que, pasando por la muerte, ha resucitado y está sentado a la derecha del Padre. Se proclama con fuerza que Jesús es la esperanza de su Iglesia envuelta en la relajación y en las persecuciones. Siempre es posible seguir adelante. Nuestro mundo clama y anhela, incluso sin ser consciente de ello, de personas convencidas y coherentes con su esperanza y sus convicciones. El mundo actual en lo cotidiano y en las grandes empresas sigue necesitando de Jesús y de sus discípulos animados por una gran esperanza.

2ª) ¡Estad despiertos en todo momento pero sin ansiedad ni angustia!

Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Se trata de tomar en serio el "hoy" de Dios, el presente salvífico que Dios ofrece a los hombres. Abierto ciertamente a un futuro que llegará con toda seguridad, pero que será más tarde. En el entretanto es imprescindible la vigilancia. La esperanza cristiana no nos exime del compromiso diario al lado de los hombres nuestros hermanos. Precisamente por la confianza en la certeza del fin glorioso el cristiano toma con toda seriedad el presente de que dispone. Pero no debe dejarse arrastrar por la ansiedad. Estamos viviendo una etapa de la historia singular. Por todas partes surgen brotes escatologistas, milenaristas que amenazan con cataclismos. estos movimientos son el polo opuesto a la esperanza cristiana porque atenazan, mutilan los anhelos de la construcción del reino de Dios ya en este mundo por preparación, etapa previa, primicia. No os dejéis arrastrar por esos mensajes catastrofistas. Los cristianos no podemos ni debemos hacer cábalas y combinaciones numéricas. El Señor volverá con toda seguridad. Pero ya nos advirtió que no sabemos ni el día ni la hora. Este espacio de tiempo es para la vigilancia y para el compromiso por establecer, reino de Dios en Cristo Jesús con todos los hermanos los hombres.

Estad también vosotros preparados para cuando venga el Hijo del hombre. Hay que reconocer que la pedagogía de Jesús era excelente, creadora de personas recias. Una y otra verdad nos advierte de que no debemos perder el tiempo en asuntos marginales. Nos ha conducido al corazón humano en su más limpia profundidad. Sabe muy bien qué es lo que el hombre necesita en su íntima profundidad: el encuentro de la realización plena en una felicidad inmarcesible en una comunión entrañable. Para ello hay que estar preparados siempre y en camino. La mirada fija en el objetivo central. Esa tensión robustece el camino; poda lo accesorio; explota los dones recibidos para la realización de la tarea. La tensa espera de algo importante aviva la vigilancia. Es necesario descubrir que la vuelta del Hijo del hombre es la respuesta definitiva a los anhelos de la humanidad. Es necesario anunciar al mundo que Jesús da sentido definitivo a la existencia humana.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)