Nuestra Señora de los Dolores, 15 de septiembre de 2021

Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y el 15 de setiembre, por eso se le llamó al grito de independencia, grito de dolores, por el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, junto con el movimiento independentista en 1819, cuando tocando las campanas de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, convocó al pueblo en la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato.
La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

A los frailes servitas (orden de los Siervos de María fundada el 15 de agosto de 1233, en Florencia Italia) que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre de todos los años.

María fue colaboradora de la obra de redención de Jesús, único salvador y mesías, y durante la vida entera de Jesús, y después en la iglesia naciente ella estaba ahí.
Reflexionemos sus 7 dolores:

1. La Profecía de Simeón o la Circuncisión de Cristo (Evangelio de Lucas 2, 32- 35)

¡Dulce Madre mía! Al presentar a Jesús en el templo, la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle decir: "Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma". De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste recuerdo. Rezar Avemaría y Gloria.

2. La Huida a Egipto (Evangelio de Mateo 2, 13-15)

¡Oh Virgen querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida del Niño Dios. Rezar Avemaría y Gloria.

3. La Pérdida del Niño Jesús en el Templo (Evangelio de Lucas 2, 43-45)

¡Virgen Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo. Rezar Avemaría y Gloria.

4. Encuentro de María con Jesús en el Vía Crucis.

Verdaderamente, calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan sucio, afeado y desgarrado, cargado con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor. Rezar Avemaría y Gloria.

5. Crucifixión de Jesús (Evangelio de Juan 19, 17-39)

María, Reina de los mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía, gracias. Rezar Avemaría y Gloria.

6. Descendimiento de la Cruz (Evangelio de Marcos 15, 42-46)

Jesús muerto en brazos de María. ¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo acurrucabas en tus brazos? Por este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos. Rezar Avemaría y Gloria.

7. Entierro de Jesús (Evangelio de Juan 19, 40-42)

Acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados. Y Tú nos perdonas y nos amas. Madre mía perdón, misericordia. Rezar Avemaría y Gloria.

CONCLUSIÓN: Aún ahora seguimos generando gran dolor a su corazón inmaculado, cuando despreciamos a su hijo, cuando ignoramos su providencia, cuando vivimos como huérfanos, no aceptando a la madre espiritual que Jesús nos entregó en la agonía de la cruz, para que la recibamos como nuestra madre en casa.
Madre María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida. Queremos desagraviar tu inmaculado corazón tan ofendido por los desprecios de tus hijos.

Sea por siempre y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido y glorificado el divinísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Así sea.