“PAPA Y MAMA: SEPAN EDUCAR A LOS HIJOS CON LA PALABRA Y CON EL EJEMPLO, PARA LA CONVIVENCIA SOCIAL Y FIESTAS”

El viejo filosofo que llevó a su máximo esplendor la filosofía griega, vio en la sociabilidad del hombre, un rango tan distintivo de su especie como su “racionalidad” y calificó al hombre como animal “político”, es decir social. Por lo mismo solo llega a su pleno desarrollo espiritual, moral y material dentro de la comunión humana, de la convivencia y cooperación con los demás. No está creado para la soledad. Necesita de todos por eso busca el contacto permanente con sus semejantes. No hay problema humano que no comparta con los demás aunque sea en el ámbito familiar. Cada vez que intenta aislarse, con la pretensión de bastarse en su narcisismo orgulloso, decaería y deshumanizaría. El hombre aislado no existe. Donde quiera que haya seres humanos, viven en sociedad empezando por la familia; ésta es la primera mano que lo acoge y ampara. La familia es una institución muy importante como ambiente de convivencia. En ella el pequeño ser humano encuentra hermanos más o menos de la misma edad y forma con ellos una sociedad igualitaria y democrática; o vivirá rodeado de hermanos mayores a los que obedecerá y por los que se hará proteger; esta sociedad infantil conocerá diferencias jerárquicas, fundadas sobre la estatura y la fuerza. Ahí en la familia es donde el ser humano aprende a convivir con los demás y saber compartir lo que se tiene. La infancia es el periodo de la vida humana, más egoísta y captativo. El mundo familiar gira alrededor de él. En esa edad el niño solo sabe recibir, exigir, ser amado, es un rey; todos lo quieren y lo sirven. Sus más insignificantes movimientos ponen en estado de alerta a todos y sus gritos son órdenes. Pero habrá que esperar una evolución larga y a veces dolorosa, para romper ese cerco feroz de su egoísmo. Los padres de familia tendrán que poner en juego todas sus habilidades pedagógicas para lograr una convivencia familiar armoniosa y fecunda, pequeño modelo de aprender a convivir en sociedad. Porque los hijos no solamente son miembros de la familia y para la familia, sino también miembros de la sociedad y para la sociedad. La familia está llamada a abrirse a otras familias y a la sociedad, que es la familia grande en donde los hijos tendrán que vivir y aportar su colaboración de miembros. Por eso los hijos han de ser educados para su quehacer en la sociedad. Muchos padres de familia en forma egoísta lamentan que los hijos se vayan alejando de la casa paterna. En lugar de eso, deberían irlos preparando generosamente para que se desarrollen con dignidad en su tarea en el mundo. Y para eso deben enseñarles las bases de la convivencia con los demás.

Una conducta carente de principios éticos, en nada ayuda al bienestar social. Es necesario que los hijos aprendan de sus padres que el saberse relacionar es propiciar una convivencia humana armónica. Si se quiere vivir bien con los demás, es necesario ajustar nuestra conducta a las normas éticas del respeto, de la solidaridad y del amor hacia los demás. El respeto a las personas es la cualidad fundamental para la pacífica convivencia. Debemos respetar los derechos de los demás. La dignidad a la persona humana le viene desde su origen cuando Dios lo creo a su imagen y semejanza y lo invitó a realizarse en el amor, en la procreación y en la conquista del mundo. Esta dignidad no se borra ni siquiera por el pecado. También debemos respetar la libertad, la igualdad, su privacidad.

Ser persona, significa el ser más íntimo del hombre, su yo, su mismidad, en donde tiene lugar los grandes pensamientos, decisiones y responsabilidades. Es el sagrario interior en donde nadie tiene derecho a inmiscuirse. Saber respetar a los demás es ser hombre ya que conlleva respetar sus ideas, sus opiniones, saber escuchar y dialogar, aunque yo no esté de acuerdo. Muchos conflictos de convivencia, roces, egoísmos que intentan destruir al otro en su personalidad se deben a la falta de respeto. Cuando éste falta, se desvalora la convivencia humana.

ENSEÑELES A SER SOLIDARIOS. La formación para la convivencia social abarca, además del respeto al otro., una colaboración leal en todos los aspectos posibles del bien común, para el desarrollo de la sociedad. Uno de los “signos de los tiempos” son los movimientos de solidaridad que se multiplican en todos los niveles y en los más diversos campos de la actividad humana. En desgracias, triunfos o fracasos hasta deportivos los hombres se hacen solidarios. Personas desconocidas y distantes física, social y culturalmente se unen ante situaciones alegres o tristes. Las expresiones de solidaridad son variadas: reacciones de protesta o de presión social. Adhesiones masivas espontáneas.

Gracias a los medios de comunicación social que han roto barreras de lejanía, han aumentado las tendencias solidarias al comunicar a los hombres entre sí y hacer que se sientan que forman parte de una sola familia humana. No debemos olvidad que el hombre se encuentra en relación con el mundo, con Dios y con los prójimos. Fuimos creados para los demás y debemos encontrarnos con ellos. Recuerde que un origen, una existencia y un destino comunes, son el punto de partida de la sociedad. Cada uno desde su puesto debe aportar sus posibilidades para que la sociedad sea mejor. El estudio no debe ser visto sólo como un medio para vivir mejor, sino como una colaboración con la sociedad. Cristo al asumir la naturaleza humana, se unió a todos los hombres en una profunda solidaridad. “En todo semejante a nosotros menos en el pecado”.

OTRA BASE DE LA CONVIVENCIA ES EL AMOR. El resumen del evangelio es amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos. El amor al hermano aparece en la Biblia como el camino para experiencia de Dios y como la expresión de su autenticidad. Como la respuesta del hombre al amor de Dios. Debe ser un amor que se manifieste en obras, un amor efectivo, universal, sin fronteras, extensivo aun para aquellos que nos son antipáticos o nos han hecho daño. El amor fraterno que debe reinar entre los seres humanos, es una manifestación del amor que Dios nos ha mostrado en el don de su Hijo. Hay que amar a todos sin cansarnos de hacer el bien, procurando vivir en paz con todos. El amor sintetiza toda la ley y los profetas.

Con esta clase de amor desaparecen las barreras sociales. La solidaridad humana y el amor fraterno están exigiendo la búsqueda de estructuras más justas en el campo económico, social y político. Todavía existen en el mundo profundas desigualdades y divisiones que están pidiendo un cambio radical, en la vida social. Es necesario que sus hijos desde pequeños, sepan respetar a los demás y para esto, hay que tener buenos modales sociales. Que sepan abrirse a los problemas sociales. Que nada en el mundo nos es ajeno. Que todos como hermanos nos interesemos mutuamente por los problemas. Que no olviden que el egoísmo aísla y empobrece y es el factor más determinante de la crisis social.

Es la fuente de la vaciedad espiritual y una barrera para la comunicación con los demás. ENSEÑE A SUS HIJOS A SABER CONVIVIR EN SOCIEDAD. Y en los antros, que son cavernas y cuevas de reuniones juveniles, de ambientes conflictivos, por no ¡saber! Disfrutar la reunión. Casinos, clubes privados y demás casas de juego establecidas y permitidas que duplican su atractivo, aunque en ocasiones con peligrosas y funestas consecuencias, como lo informan las noticias. Pero las fiestas son también parte de la vida. Lo que importa es ¡saber! Disfrutarlas. Es necesaria y urgente una formación de los valores éticos-morales en el ambiente familiar, por el diluvio de problemas sociales que está afectando a la convivencia social. La drogadicción, el alcoholismo y el vandalismo y demás van en aumento. Por lo mismo hay también el deber de apoyar, ayudar a las autoridades: civiles y eclesiásticas que están preocupadas por estos problemas y están trabajando para que tengamos un ambiente social, más tranquilo y respetuoso. Es necesaria una recta educación para la convivencia social. ¡Arriba y adelante! En este deber de ustedes padres de familia.