de Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco
Descrita históricamente como una de las instituciones más importantes para el desarrollo de las diferentes civilizaciones, la familia sin duda alguna es fundamental en la estructura social, convirtiéndose en un fuente de cohesión, cimentación y de formación, pues es en la familia donde se procrea, se educa y se forjan los valores que guiarán al ser humano en su proceso de interacción y compromiso comunitario.
La familia reconocida como la célula vital de la sociedad, desde la concepción de fe es el espacio en donde se realiza el Plan de Dios y donde con la base sacramental del matrimonio se construye un modelo de sociedad cimentada en los valores de la justicia, el amor y la honestidad.
Diversos autores sociólogos, historiadores, psicólogos y demás especialistas en el tema, coinciden en señalar que una familia con valores es el lugar ideal en donde se fomentan y crecen ciudadanos más humanos, sensibles y participativos.
En la Sagrada Escritura tenemos varios ejemplos de la importancia de la familia. En el libro del Génesis, el Señor nos expresa su amor a través de la creación del primer hombre y de la primera mujer, quienes hechos a su imagen y semejanza, fueron bendecidos, se unieron y formaron la primera familia. También podemos ver esta expresión de fe en la Sagrada Familia, en donde Jesús, María y José nos enseñan la importancia de nacer, crecer y convivir envueltos de un amor verdadero.
En el mundo actual pareciera que la familia ha pasado a segundo plano; los obstáculos a los que se ha enfrentado como la violencia en todos sus géneros, la desintegración, la falta de fe, entre otros factores, nos hacen creer que hablar de familia es un concepto antiguo y obsoleto, lo cual es totalmente erróneo.
Es por ello que debemos tener muy claro que solo fortaleciendo la familia y atendiendo a las familias más desfavorecidas y a más víctimas de la violencia podremos contrarrestar la violencia y la inseguridad y aportaremos los mejores esfuerzos para contribuir a un presente y un futuro con mejores oportunidades. Comprometámonos decididamente a valorar y construir desde nuestro espacio personal y social a la familia como institución y célula de nuestra sociedad.
Un Guerrero en paz para un futuro mejor
En las últimas semanas nos hemos enterado del preocupante aumento de la violencia en nuestro estado; todos los días nos enfrentamos a una triste realidad en la que el desamor, el egoísmo y la pérdida de valores se hacen evidentes. Los medios de comunicación nos informan cómo día a día se presentan asesinatos, ataques, asaltos, robo a mano armada y diversos actos ilícitos, mostrándonos también una población temerosa y en zozobra ante lo que pueda ocurrir.
Las autoridades por su parte señalan que se han reforzado las acciones para el combate a la delincuencia; los tres órdenes de gobierno hablan de la necesidad de promover el saneamiento de los cuerpos de seguridad, de la urgente capacitación y de la coordinación de estrategias para acabar con este flagelo que afecta a todos los sectores.
Sin embargo, ningún esfuerzo, plan o programa de acción será eficaz si no se ataca de fondo al problema; para nadie es desconocido que la situación que estamos enfrentando se debe a que hay un rompimiento del tejido social, que existe una preocupante desintegración de las familias y a que se han perdido los valores fundamentales.
Es importante enfocar los esfuerzos a retomar el rol fundamental de apoyo a las familias, promover un desarrollo equitativo y solidario, con el que se puedan enfrentar de manera frontal los verdaderos problemas a los que la sociedad está expuesta. Si bien como ciudadanos, queremos ver una respuesta inmediata en la que los índices de violencia y delincuencia bajen, sin embargo, no se trata sólo de ofrecer un paliativo; para combatir de frente esta situación se requiere el compromiso decidido y la promoción de una sociedad cimentada en el esfuerzo, en la educación y en los valores.
Guerrero requiere paz, necesitamos tomar conciencia de nuestra realidad, de lo que tenemos y lo que hace falta. Comprometámonos a ser parte de este cambio, participemos como personas y como familia para hacerlo posible, recuperemos los valores, una educación en los hogares, la integración y el respeto a la vida.
Los pendientes en la educación
El 14 de Julio concluye oficialmente el ciclo escolar 2014-2015; miles de estudiantes terminaran sus estudios de preescolar, primaria y secundaria, otros tantos serán promovidos de grado de manera exitosa.
Sin embargo no todo será fiesta y celebración; en nuestro estado existe un gran rezago en materia de educación, esto aunado a problemas como violencia, inseguridad y situaciones relacionadas con demandas del magisterio han provocado la pérdida de clases, por lo que en algunos casos, los alumnos no pudieron recibir todos los contenidos marcados en el programa escolar.
Esta situación es lamentable sobre todo cuando Guerrero se encuentra en los últimos lugares de desarrollo académico y de eficiencia terminal, provocando que el nivel de competencia sea realmente bajo. El panorama venidero no se vislumbra diferente, pues las organizaciones magisteriales han señalado su rechazo a las diferentes disposiciones hechas por el gobierno para la evaluación de los docentes, a la vez que anunciaron diversas acciones para contrarrestarlas.
Que lamentable que tanto profesores como el propio gobierno han señalado su postura en relación al proceso de evaluación y las acciones que tienen que ver con este tema; ambos han dado sus razones para estar a favor o en contra. Sin embargo, aquí lo más importante es pensar en los educandos, quienes son realmente los afectados cuando se suspenden clases por cualquier circunstancia.
Los pendientes en educación son muchos. Es momento de actuar a favor y no en contra de la formación de niños y jóvenes; autoridades y docentes deben pensar en el bien de los estudiantes, pues son ellos quienes requieren toda la atención y los esfuerzos para forjar a la sociedad del mañana.