Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos
Tema general de este domingo: llamada de Dios a la fe en Cristo, en el que somos abundantemente bendecidos, y la llamada al ministerio profético y apostólico.
Primera Lectura: Amós 7,12-15
Marco: Los capítulo 7-9 se centran en visiones de Amós, con algunas prolongaciones. El fragmento que hoy proclamamos es la prolongación de las tres primeras visiones: la langosta, el fuego y la destrucción de la ciudad. Las tres visiones van acompañadas de una plegaria del profeta a Dios y la respuesta que Dios le da. El fragmento de hoy es un enfrentamiento entre Amasías, que representa el culto oficial de la corte y el frescor y libertad del profeta que no está sometido a estas ataduras y habla con libertad lo que Dios le ordena.
Reflexiones:
1ª: ¿Enfrentamiento entre el culto oficial y el carisma profético!
Vete y refúgiate en tierra de Judá: come allí tu pan y profetiza allí: No vuelvas a profetizar en “Casa de Dios”, porque es el santuario real. A lo largo de la historia de la salvación encontramos escenas parecidas de enfrentamiento entre el culto oficial y la presencia profética. Amós procede de Técoa en Judá. No tiene licencia “oficial” para predicar en el reino del norte. En el fondo se debate una cuestión esencial: la institución oficial que corre siempre el peligro del anquilosamiento o incluso la adulteración por motivos interesados representados por Amasías, sacerdote de Betel, sacerdote en nombre del rey y que defiende los intereses reales en el santuario, frente a Amós que representa al profetismo como llamada carismática. El profeta es llamado para recordar la alianza de Dios con su pueblo. El profeta lo es en contra de su voluntad. El profeta no puede adular. Amós es un representante muy genuino de lo que es la función profética: voceros y portavoces de Dios para interpretar el devenir histórico del pueblo a la luz de las cláusulas de la alianza del Sinaí. Hoy como ayer en el pueblo de Dios son necesarios aquellos que movidos especialmente por el Espíritu, con las garantías adecuadas, denuncian los excesos de lo siempre establecido para renovar y recrear la vida, lo nuevo pero en autenticidad y fidelidad. Esto lo necesita siempre el pueblo de Dios inmerso en la historia humana. El mensaje de Amós es para hoy con especial fuerza y compromiso.
Segunda lectura: Efesios 1,3-14.
Marco: La lectura de hoy es un himno profundo teológicamente hablando y hermoso literariamente considerado. Se cimienta en algunas grandes realidades del plan salvador de Dios: bendición, elección, adopción-filiación, redención y esperanza. En estos términos sintetiza el autor /de la carta toda la acción de Dios por medio de Jesucristo. Están comprometidas en esta tarea las tres Personas divinas.
Reflexiones:
1ª: ¡Elegidos antes de la creación del mundo en cristo Jesús!
Nos ha bendecido por medio de Cristo. Nos ha elegido antes de la creación del mundo. En esta admirable síntesis de la teología paulina de la salvación sobresale con fuerza la gratuidad de Dios en su plan sobre el hombre. Se recalca con especial fuerza que esta gratuidad se debe a que todo pasa por Cristo Jesús y todo es movido por el amor. Y el conjunto es una “bendición”. La “berakáh”, a lo largo de toda la historia de la salvación, es lo mejor que Dios puede ofrecer al hombres; es la quintaesencia de su presencia bienhechora y salvadora; es una fuerza especial, porque para los hebreos la palabra es eficaz por sí misma. Los creyentes están en medio del mundo, comparten las alegrías y las dificultades de los hombres, viven lo cotidiano desde esta mirada del Dios Bendito que les ha bendecido, es decir, que sigue presente en su quehacer cotidiano. Pablo lo recuerda para entonces y para ahora. Es necesario volver a esta experiencia de la bendición para testimoniar en medio del mundo el verdadero rostro de nuestro Dios y de Jesús. Dios quiere la plena realización del hombre en todos los planos porque esa es la vocación a que han sido llamados: elección para ser su pueblo signo de salvación en medio de las realidades de este mundo y explotándolas con responsabilidad humana.
Tercera lectura: Marcos 6,7-13.
Marco: el fragmento es el primer paso del camino que conducirá a Jesús y a sus discípulos hasta Cesarea de Felipe, después del rechazo en su propia patria y entre sus familiares, lugar en que se expresará la gran confesión de Pedro. En realidad este fragmento hay que leerlo teniendo en cuanta la vocación de los apóstoles (Mc 3,13-19). Jesús elige a los que quiere para enviarlos a evangelizar siendo sus testigos.
Reflexiones:
1ª: ¡Jesús eligió a los que quiso!
Llamó a los que quiso y se acercaron a él... y comenzó a enviarlos de dos en dos. Es significativo que Marcos recuerde esta soberana libertad de Jesús para elegir a los que él quiso y cuando él quiso. La vocación profética es un impulso que procede del Espíritu y lo da al que él quiere (caso de Amós y de los otros profetas). Jesús acude a su soberana decisión. El apostolado es la vocación más alta y más profunda en la Iglesia. Son los cimientos sobre los que se construye la Iglesia teniendo como roca viva y piedra angular al mismo Cristo Jesús. Nuestro acceso a Dios pasa por la fe y por el testimonio apostólico. Y esa decisión la ha previsto Jesús mismo eligiendo a los que quiso. Ayer como hoy la vocación es una iniciativa generosa y libre de Dios. Y Dios sigue llamando a quienes quiere para realizar la misión. En un mundo, como el nuestro, en que parece que Dios guarda silencio en sus llamadas, es necesario recuperar la seguridad de que Dios sigue llamando a cada uno para la tarea que él le asigne. Hay crisis de respuestas no de vocaciones. Urge despertar, abrir los oídos en cada momento. Todos somos llamados para vivir y experimentar la fe apostólica en medio de nuestro mundo.
2ª: ¡Una llamada que urge a la evangelización!
Ellos marcharon y predicaron la conversión. Dios llama para una tarea concreta. A los apóstoles los llamó para que estuvieran con él y luego se dedicaran a la evangelización. Pablo recordará en su carta a los Romanos: Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Ahora bien ¿cómo van a invocar a aquél en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado, si nadie es enviado? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias” (Rm 10,13-15). Y Jesús mismo Resucitado: Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra. Es necesario evangelizar con un testimonio más convincente en medio del mundo, con una palabra más eficaz y creadora de libertad. La evangelización es llevar al hombre al ámbito de la salvación integral. Esa es la buena noticia: la vida del hombre sobre la tierra tiene profundo sentido. Hay caminos abiertos para la verdadera humanización que consiste en restaurar el plan original de Dios: que el hombre sea realmente una imagen suya destinado a vivir en comunión, en la vida y feliz. Y esto comienza ya en este mundo. La tarea urge. La llamada es un signo de confianza del Maestro. Es necesario, hoy como ayer, evangelizar para que el hombre encuentre su sentido pleno y su libertad: expulsaban muchos demonios.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)