Lecturas del sábado, 17ª semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2015-08-01

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro del Levítico 25,1.8-17

El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí: «Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años. A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación haréis resonar la trompera por todo vuestro país. Santificaréis el año cincuenta y promulgaréis la manumisión en el país para todos sus moradores. Celebraréis jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia. El año cincuenta es para vosotros jubilar; no sembraréis ni segaréis el grano de ricio ni cortaréis las uvas de cepas bordes. Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comeréis de la cosecha de vuestros campos. En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad. Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques. Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos desde el jubileo. Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas. Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios.»

Sal 66 R/. oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,1-12:

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

II. Compartimos la Palabra

Hoy damos gracias a Dios por la larga vida que concedió a San Alfonso, murió a los 90 años, en el siglo XVIII. Habiendo estudiado la carrera de Leyes, llegó a alcanzar notable prestigio como abogado, pero, intuyendo que la voluntad de Dios iba por otros derroteros, lo dejó todo y se hizo sacerdote, llegando a ser obispo de Santa Águeda de los Godos, cargo que abandonó pronto.

Sobresale por su gran labor pastoral. Pero lo más importante y duradero de su vida fue la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, redentoristas, que pronto llegó a extenderse por todo el mundo. Su magisterio brilló particularmente en sus obras sobre Teología Moral, llegando a ser considerado maestro y patrono de confesores y misioneros.

Fue proverbial su devoción a María, escribiendo las Glorias de María. Murió en Pagani, el 1 de agosto de 1787, siendo canonizado en 1838.

Un comentario brevísimo sobre el soporte evangélico de su memoria.

Herodes o la corrupción

Herodes mandó decapitar a Juan caprichosa e injustamente. No tuvo que dar cuentas a nadie, y, quizá más grave todavía, nadie se las pidió. A eso se llama corrupción, y a quienes la ejercen, corruptos.

El Papa Francisco distingue entre pecado y corrupción. La corrupción es más grave que el pecado, es como un pecado continuado. Más que perdonarla –dice el Santo Padre- la corrupción hay que curarla. En el pecado, por humanos, caemos todo; no así en la corrupción. La corrupción más grave es la estructural, que propicia la personal a gran escala.

A la luz de la Palabra de Dios, podemos sentirnos personalmente interpelados ante la corrupción del Rey Herodes, al mandar decapitar a Juan el Bautista. La corrupción le llevó al Rey a jurar lo que nunca tenía que haber jurado; y a cumplir lo que, incluso habiéndolo jurado, nunca tenía que haber cumplido. Dejémonos hoy cuestionar por la Palabra para discernir hasta qué punto prevalece en nosotros la integridad y la justicia, incluso cuando creemos que nadie nos ve o nadie se va a dar cuenta.

Juan o la honradez y la coherencia

Juan está encarcelado por decir la verdad, como Jesús. Si Herodes no lo eliminó antes fue por miedo al pueblo que le tenía por profeta, como a Jesús. Juan fue el precursor de Jesús a todos los niveles. Y, en el momento oportuno, supo retirarse para que sólo apareciera él, el Mesías. Una de tantas homilías del Santo Padre, nos hablaba así (14.04.2013):

"La incoherencia de los fieles y de los pastores mina la credibilidad de la Iglesia".

"Anunciar, testimoniar y adorar".

"Santos escondidos, una especie de clase media de la santidad, de la que todos podemos formar parte".

"Dar al Señor el puesto que debe tener".

"Prescindir de los ídolos: la ambición, el carrerismo, la tendencia a prevalecer sobre los demás...y muchos otros".

"Testimoniar a Dios con la palabra y con la vida en la cotidianidad".

Exactamente lo que practicó y vivió Juan Bautista, y por lo que fue decapitado. Lo que vivió también san Alfonso María de Ligorio, y por lo que se santificó. Sin lugar a dudas, lo que queremos vivir nosotros y esperamos nos santifique.

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino