La gran misión de los diáconos

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

10 Agosto

San Lorenzo, diácono y mártir.

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2 Corintios 9, 6-10: “Dios ama al que da con alegría”, Salmo 111: “Dichoso el hombre honrado que se compadece y presta”, San Juan 12, 24-26: “El que sirve será honrado por mi Padre”

Hoy celebramos a San Lorenzo, diácono y mártir. Vaya nuestra palabra de gratitud y admiración para los diáconos permanentes en nuestra diócesis de San Cristóbal.

Con frecuencia me preguntan sobre la vida y acción pastoral de los diáconos casados porque aún muchos lugares no los tienen. Cuando hemos participado en diferentes encuentros con diáconos permanentes, descubrimos qué importante es este servicio dentro de la Iglesia. Es muy interesante comprobar la gran fuerza y la misión tan bella que están realizando los diáconos en los diversos países.

Hay quienes ejercen su diaconado acompañando a los migrantes y mitigando un poco las angustias e inseguridades del camino. Otros se encuentran en los hospitales sobre todo para enfermos terminales, de sida, de cáncer y de otras enfermedades. Hay quienes dan su servicio en los medios de comunicación, llevando el mensaje de la Buena Nueva a los lugares donde ellos trabajan y que con frecuencia se ven cerrados para los sacerdotes. Algunos nos narraban sus experiencias difíciles en la situación de guerrilla en Colombia, donde sostienen la fe de las comunidades a través de la celebración de la Palabras y los sacramentos, llevando esperanza y consuelo a quienes viven en situaciones dramáticas.

La experiencia de Cuba es muy interesante ya que el diácono con su esposa, tienen que arriesgar todo su patrimonio para poder sostener su servicio. En las comunidades indígenas son ellos un referente y el sostén de la fe. El idioma, las costumbres, las distancias los hacen indispensables. También hay muchos diáconos que realizan su misión en parroquias y comunidades bien formadas, con sacerdote, donde ellos ayudan en la preparación de los sacramentos, en las celebraciones o en la evangelización. Una insistencia en los documentos de Aparecida es entender su misión como una parte importante de la Iglesia que debe ser servidora. Sólo sirviendo nos podemos parecer a Cristo que vino no a ser servido sino a servir.

Ya San Pablo aseguraba a los Corintios que Dios ama al que da con alegría y una característica de todo cristiano, debería ser dar con prontitud, con alegría y con generosidad. Que al celebrar esta fiesta de San Lorenzo por una parte hagamos nuestra oración y reconocimiento a favor de los diáconos, pero que también nosotros revisemos si en verdad estamos sirviendo, o nos estamos sirviendo. Cristo es nuestro gran ejemplo que como grano de trigo se entrega plenamente para dar vida.