¿Qué hay más allá de esta vida?

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

1 Septiembre

AUDIO

1 Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11: “Jesucristo murió por nosotros para que vivamos con él”, Salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación”, San Lucas 4,31-37: “Sé que tú eres el Santo de Dios”

Aunque es bello e importante el pasaje evangélico de este día, quisiera comentar el texto de la carta a los Tesalonicenses que nos ofrece la primera lectura.

Entre las preguntas que todos nos hacemos y que en un momento u otro de la vida nos inquietan, se presenta, a veces hasta con angustia, qué hay más allá de esta vida. Alguien puede aparentar vivir despreocupado por tales cuestiones, sin embargo cuando enfrentamos la muerte de familiares o amigos, o en situaciones difíciles o peligrosas aparece nuevamente esta pregunta.

Hay grupos religiosos que se aprovechan de esta inquietud y la aumentan anunciando fechas del fin del mundo o alarmando sobre el futuro. No es nueva esta preocupación, ya desde los tiempos apostólicos aparecían anuncios de la Venida del Señor con fechas más o menos recientes. San Pablo quiere dar seguridad a los habitantes de Tesalónica y nos pone muy claros tres puntos: Primero, que nadie sabe ni el día ni la hora, que llegará como un ladrón. Así no nos dejemos sorprender por esos anuncios engañosos. Segundo, que siempre debemos estar preparados. No se debe vivir en la oscuridad, ni en la mentira, ni en el mal. Siempre debemos vivir en la luz. Muy contrario a las costumbres de algunos de nosotros que juzgamos la religión como cosa de viejitos.

Vivir en la luz es propuesta de Jesús para todas las edades. Y el tercer punto nos sitúa en la perspectiva del mismo Jesús. Cristo murió para que vivamos con él. Dios no nos ha destinado al castigo eterno, sino a obtener la salvación por medio de Jesús. Esta es la razón para no angustiarnos. Ciertamente tendremos que vivir “no dormidos, como quienes no conocen a Dios”, sino despiertos, animándonos mutuamente y ayudándonos a progresar. ¡Qué diferente a la actitud de algunos grupos evangélicos! La actitud verdaderamente cristiana es vivir atentos, pero llenos de esperanza y constantes en el trabajo, porque el Señor Jesús está con nosotros.

No dejar que ese día nos tome por sorpresa, pero tampoco vivir en la angustia que limita y desalienta, que no nos deja actuar con la verdadera paz interior.