Lecturas del miércoles, 24ª semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mié, 2015-09-16

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3, 14-16):

Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el misterio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado a la gloria.

Sal 110,1-2.3-4.5-6 R/. Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.

Él da alimento, a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»

II. Compartimos la Palabra

«Cómo hay que comportarse en la asamblea de Dios vivo»

Pablo se dirige a Timoteo preparando su visita a la comunidad y, por sus palabras, el asunto no es baladí, pues trata del gran misterio que se venera en la asamblea.
El texto de mayor relieve en la lectura es un fragmento de un himno litúrgico, que es también una confesión de fe: «(Jesús) Se manifestó como hombre, lo rehabilitó el Espíritu, se apareció a los mensajeros, se proclamó a las naciones, creyó en él el mundo, fue exaltado a la gloria». Se presenta el misterio de Cristo de forma ascendente: se parte de la carne y se llega a la gloria contraponiendo lo terreno y lo celestial, lo de abajo y lo de arriba. Los verbos, al inicio de la frase y en pasiva, resaltan que toda la acción se remite a Dios.

¡Grandes es el misterio que veneramos! La celebración de la Eucaristía no es el momento de ir al bar donde nos encontramos con los amigos a charlar; al contrario, es el gran momento deseado para encontrarnos realmente con el Amigo que nos espera para hablarnos de Él y de nosotros. Durante la eucaristía toda nuestra actividad diaria se torna contemplación en la que podamos hablar con Dios de los demás para, así, al salir (ite missa est) podamos hablar a los demás de Dios.

No nos dice explícitamente Pablo cómo debemos comportarnos pero si unimos sus palabras con las del salmista, vemos que nuestra compostura es de alabanza exaltando que el nombre de Dios es sagrado y que nos ha redimido como pueblo (vv. 9c y 9a, respectivamente), hechos que también recordamos en el Magnificat (Lc 1, 49: su nombre es santo) y en el Benedictus (Lc 1, 68: redimido a su pueblo).

«¿A quién se parecen los hombres de esta generación?»

Lucas ofrece -en este capítulo- en cuatro relatos una primera presentación del alcance de la obra salvadora de Jesús el cual, en estos versículos, se lamenta sobre la generación presente preguntándose: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación?»

Las personas de hoy en día no sabemos lo que queremos. Somos como «el perro del hortelano», que ni come ni deja comer. No sé si eso es por naturaleza, por capricho, por acedia; pero estoy cierto en que sí es por pérdida de valores y principios orientadores. Nos preocupamos tanto por el tener y el estar que nos olvidamos del ser. Pero nosotros, los cristianos, tenemos una palabra que decir ante todo esto: Jesús. En Él vemos concretada nuestra brújula vital y viviendo de manera sincera -con nuestras capacidades y limitaciones- nos convertimos en brújula para otros.

La salvación tiene un inicio concreto y ahora estamos en un mes de comienzos: académico, jurídico, político, televisivo, colecciones… Quizá sea un buen momento también para comenzar a tomar conciencia de este gran acontecimiento histórico y existencial dando gracias a Dios de todo corazón.

¿Cuál es nuestra actitud en la celebración de la Eucaristía? ¿Cumplimiento? ¿Relación de amistad salvífica?
¿Pertenezco a la generación que predica la obra salvadora de Jesús?

D. Juan Jesús Pérez Marcos O.P.
Fraternidad Laical Dulce Nombre de Jesús de Jaén