Lecturas del jueves, 25ª semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Jue, 2015-09-24

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Esdras (9, 5-9):

Yo, Esdras, al llegar la hora de la oblación de la tarde, acabé mi penitencia y, con el vestido y el manto rasgados, me arrodillé y alcé las manos al Señor, mi Dios, diciendo: «Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo. Desde los tiempos de nuestros padres hasta hoy hemos sido reos de grandes culpas y, por nuestros delitos, nosotros con nuestros reyes sacerdotes hemos sido entregados a reyes extranjeros, a la espada, al destierro, al saqueo y a la ignominia, que es la situación actual. Pero ahora el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido un momento de gracia, dejándonos un resto y una estaca en su lugar santo, dando luz a nuestros ojos y concediéndonos respiro en nuestra esclavitud. Porque éramos esclavos, pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud; nos granjeó el favor de los reyes de Persia, nos dio respiro para levantar el templo de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos dio una tapia en Judá y Jerusalén.»

Tb 13,2.3-4.6 R/. Bendito sea Dios, que vive eternamente

Él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. R/.

Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro padre por todos los siglos. R/.

Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos. R/.

Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza
y su poder a un pueblo pecador. R/.

Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia
y tendrá compasión. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6):

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

II. Compartimos la Palabra

«Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud»

Esdras se expresa ante Dios con una oración sentida: reconoce las culpas de su pueblo, la contaminación moral de las costumbres paganas, con un inmenso dolor al mismo tiempo que reconoce el gran amor de Dios y su misericordia, que no les abandonó, y se acoge a Él, que se compadece de todos. Agradece que Dios les haya devuelto la luz y les haya reanimado, aún en medio de la esclavitud, dándoles ánimos para levantar el templo y restaurar sus ruinas.

Hoy no se trata de levantar templos ni restaurar ruinas. No es lo más importante. Pero sí es cierto que a veces nos relajamos en nuestros valores humanos y cristianos. Sí es cierta nuestra incoherencia, infidelidad y lentitud de respuesta ante ciertas situaciones de esclavitud aquí y ahora, tal vez muy cerca de nosotros. Sabedores y experimentadores de la misericordia de Dios, no vamos a levantar paredes pero SÍ podemos ayudar a levantar valores descuidados, SÍ podemos reflexionar sobre nuestras responsabilidades, SÍ podemos arrepentirnos y, compadecidos, dar refugio y dignidad a quien lo necesite, SÍ podemos emprender nuevos caminos capaces de reanimar, de dar de luz y Vida.

«No os llevéis nada para el camino»

Dos objetivos: anunciar el reino de Dios y liberar a la gente del mal y enfermedades. Misericordia y liberación. Palabra y ser humano. Evangelizar no es sólo hablar, ni siquiera proclamar, es también liberación de ataduras. Y para ello, Jesús les dice (nos dice) que no hacen falta grandes medios materiales. Sólo lo que Él llevaba: su palabra, la misericordia de su corazón, la calidez de sus manos, la disponibilidad para abrazar y escuchar. Sólo debían llevar el gran anuncio, la Buena Noticia que recibieron de alguien sin fama ni prestigio, aquello que experimentaron cerca de Jesús. Ni más ni menos.

A esto mismo nos envía Jesús. Con un lenguaje nuevo, adaptado a los tiempos que vivimos, que haga la BUENA NOTICIA atractiva a todas las generaciones, a todas las culturas. La sociedad (de la que formamos parte) busca ser liberada de imposiciones y mezquindades que no la dejan caminar ni crecer. Estamos llamados a poner nuestro potencial a trabajar buscando formas nuevas para construir, favorecer y hacer felices a los que nos rodean, contando con nuestras debilidades pero sin sucumbir a ellas. Y para ello, como los apóstoles, no necesitamos grandes medios materiales, sólo lo que ya llevamos en el corazón y, por supuesto, muchas ganas, mucho coraje, responsabilidad y compromiso.

¿Hasta qué punto me dejo contaminar por valores o situaciones que deshumanizan?
¿Busco formas nuevas para proclamar la BUENA NOTICIA o me paraliza el cambio?

Dña. María Teresa Fernández Baviera, OP
Fraternidad Laical Dominicana deTorrent (Valencia)