Lecturas del viernes, 26ª semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Vie, 2015-10-02

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Baruc 1,15-22:

Confesamos que el Señor, nuestro Dios, es justo, y a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los judíos y vecinos de Jerusalén, a nuestros reyes y gobernantes, a nuestros sacerdotes y profetas y a nuestros padres; porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso, desobedecimos al Señor, nuestro Dios, no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado. Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor, nuestro Dios, hemos rehusado obedecerle. Por eso, nos persiguen ahora las desgracias y la maldición con que el Señor conminó a Moisés, su siervo, cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, que nos hablaba por medio de sus enviados, los profetas; todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba.

Sal 78,1-2.3-5.8.9 R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R/.

Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R/.

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5- 10

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mi. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. »

II. Compartimos la Palabra

“Pecamos contra el Señor, no haciéndole caso”

Ayer escuchábamos cómo el pueblo de Israel decía “amén” a la Palabra de Dios, cómo comprendieron y acogieron el libro de la ley dado a Moisés, hoy, sin embargo, Baruc nos muestra una oración penitencial del pueblo de Israel, una confesión comunitaria, mostrando su debilidad y su infidelidad a Dios, reconociendo su pecado, arrepintiéndose de haberse entregado a la idolatría y, sobre todo, de haber rechazado la Palabra de Dios.

La oración de Baruc sigue siendo actual hoy, y nos toca de lleno a nosotros, pues nos ayuda a reflexionar y a examinar nuestra vida y ver si realmente queremos escuchar la Palabra de Dios o más bien la escuchamos con un filtro, tomando lo que nos interesa y rechazando lo que nos incomoda. Además, el profeta nos invita a que seamos capaces de confesar nuestros pecados, reconociendo al mismo tiempo la fidelidad de Dios y Su misericordia para con nosotros. Y por último nos enseña que llevar nuestra historia al margen de Dios nos aleja de la verdadera felicidad.

El Señor, hoy, a través de esta lectura, nos llama a la conversión, a reconocer y asumir nuestras propias faltas, a arrepentirnos de nuestras malas acciones, a pedir perdón y a volver a caminar fielmente en la presencia del Señor.

Ojalá no rechacemos al Señor alejándolo de nuestra vida, sino que conforme a la fe que en Él profesamos, sepamos escuchar su Palabra y ponerla en práctica… y todo sea para gloria de Dios.

“Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”

En este Evangelio, al igual que en la primera lectura, también se nos habla de conversión, es lo que le pide Jesús a sus discípulos y, hoy, también nos lo pide a nosotros: “si no cambiáis… no entraréis en el Reino de los Cielos.”

Jesús nos presenta la humildad y la sencillez de los niños como virtud fundamental para poder entrar en su Reino. No olvidemos que los niños eran despreciados y no tenían ninguna importancia en la sociedad de Israel. La lógica de Jesús funciona diferente a la lógica humana, pues los menos importantes en la tierra son los más importantes en el Cielo.

La Iglesia hoy celebra los Santos Ángeles Custodios, es la fiesta del Santo Ángel de la Guarda, al cual sólo podemos percibir mediante la fe.

Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios, son intermediarios entre el Cielo y la tierra, ellos nos guían y nos cuidan en el camino de la vida. Vienen del Cielo y su misión es llevarnos al Cielo y ayudarnos a no ir por caminos equivocados.

Nuestro Ángel de la Guarda nos protege de muchos peligros, de los que, a veces, ni siquiera somos conscientes, sobre todo, del mayor peligro, que es no escuchar al Señor y no obedecer a Su Palabra.

El Catecismo, hablando de los ángeles, nos enseña: “Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión”. Y San Basilio nos dice: “Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”.

Seguro que tenemos experiencia de este paso protector de Dios por nuestra vida, expresado a través de estos seres misteriosos y, por supuesto, a través de personas que han sido reflejo de Dios para cada uno de nosotros.

¡Ángel de la Guarda, ayúdanos a descubrir la presencia de Dios en nuestra historia, que siempre nos protege y nos cuida, especialmente en los momentos más difíciles y adversos de la vida! AMÉN.

MM. Dominicas
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)