Muchas veces Jesús dijo a los judíos, que Dios no agradece un culto hecho mecánicamente y cumplido escrupulosamente, cuando detrás de él, se oculta una relajación moral. Un corazón duro y falto de amor. La concepción legalista y formularia de que la justificación venia por las obras de la ley, hacia acorde aquel exhibicionismo religioso, que descuidaba el valor interior del hombre centrándolo en cosas exteriores: Filacterias sobre el pecho para demostrar su amor al Torá; el pugilato por los primeros puestos, para manifestar su ejemplaridad personal; descuido del rostro y vestido en señal de penitencia; oración hecha en plazas y esquinas, como exhibición piadosa; ayunar dos veces por semana y pagar diezmos de la ruda y de todas las verduras, como fidelidad a la ley; limosnas cuantiosas pregonadas ruidosamente para que la gente los alabara. Todo esto lo hacían los fariseos no porque les interesara ser realmente virtuosos, sino simplemente ser tenidos por tales. Querían ganar fama de aparente santidad y religiosidad. Ambicionaban más la opinión de los hombres, que el juicio de Dios. Daban más importancia a la materialidad medida y supervalorada de cada precepto, que al espíritu santificador. Eran esclavos de la materialidad de la ley. Lavaban por fuera el vaso y el plato, pero descuidaban el amor a Dios y al prójimo, resumen este de toda la ley y los profetas. Jesús respeta y enseña a respetar la ley; pero violentamente desenmascara aquella conducta pseudoreligiosa de aquellos profesionales del culto que ofrecían puras exterioridades y sin amor. Por otra parte Jesús quiere que los hombres vean las buenas obras de sus discípulos hechas con espíritu y verdad, para que los demás glorifiquen al Padre que está en los cielos. Debe haber en sus discípulos un testimonio vivo de insobornable autenticidad que no admita componendas con el convencionalismo egoísta y farisaico.
La amplia generosidad económica, es también una expresión espontanea de una piedad responsable. También Jesús pagó el tributo al templo. La aportación material es parte también de una autentica vida religiosa. Muchos que desconocen la Biblia, critican cuando se recuerda a los fieles su deber de reconocer la soberanía Divina ofreciéndole dones materiales, de los mismos bienes que el Señor Dios nos ha dado. Por eso estaba la viuda allí. Sabemos que carecía de esposo porque Cristo lo dijo que era una pobre y tímida viuda. Con su rostro semicubierto y paso vacilante contrastaba notablemente, con la actitud arrogante de los que la precedían y cuyas cuantiosas ofrendas eran pregonadas. Ella tenía tan sólo dos monedas de raquítico valor. Eran una insignificancia material. Pero no tenía más. Aún más, eran para el gasto del día. Las necesitaba para comprar lo indispensable, para poder subsistir aquel día. Pero se acerca a la alcancía y anónima, sin ningún fin específico y ahí las deposito humildemente, pero con amor, gratitud y generosidad. Ignorada por los ojos humanos, era vista con agrado por los ojos divinos. Jesús estaba sentado en la escalinata, viendo como los fariseos urgidos por el legalismo y la presunción religiosa echaban monedas de oro y plata. Pero como es conocedor de 1a autenticidad religiosa de los oferentes, hace resaltar la diferencia de actitudes. Los fariseos por puro exhibicionismo religioso y para ser admirados por los hombres. La viuda pudorosa y anónima, lo hacía con sinceridad religiosa y por amor a Dios. Ellos daban de lo superfluo, de lo que les sobraba, que no les hacía falta. La viuda con espíritu de sacrificio y esfuerzo económico había logrado reunir aquella insignificante cantidad material, no superflua, sino -
necesaria, para su sustento, pero las ofrece con generosidad y amor y con ellas se da a sí misma, porque ama a Dios sobre todas las cosas y Dios le acepta su sacrificio y la valora en más que a los otros afirmando que había echado más en el ánfora recolectora que todos los demás juntos.
En esta escena evangélica, no se rechaza la amplia generosidad, con la cual muchos buenos católicos a quienes Dios ha bendecido con abundantes bienes materiales, ayudan a multitud de obras de beneficencia y que ojalá lo sigan haciendo y que su ejemplo sea imitado por aquellos que en igualdad de circunstancias, ayudan en forma muy raquítica. Sino que nos invita a una profunda revisión de nuestra postura religiosa ante Dios y ante los hombres. ¿Con qué fin realizamos nuestros actos religiosos? ¿Los practicamos por amor a Dios o con fin de quedar bien con los demás? Este pasaje evangélico nos plantea como urgencia moral y testimonio autentico de fe operante para con Dios y los prójimos el humilde servicio teocéntrico de la caridad. También subraya los valores auténticos de la generosidad religiosa. A1 afirmar Jesús que la viuda pobre ha dado más que todos juntos, afirma una escala de valores cristianos a los que los humanos no solemos ser muy sensibles. Jesús va mucho más allá de las simples apariencias de religiosidad de los hombres para con Dios. No olvide que la primera donación, es la personal a la Voluntad de Dios. La ofrenda externa y material no es sino un reflejo de la religiosidad interior de calidad. Ayude con generosidad según sus posibilidades, no espere que le sobre. A Dios no le gustan las sobras. Ve con agrado cuando se le ofrece el óbolo, posponiendo intereses personales y se le da con alegría. OFREZCA SU OFRENDA, CON RECTA INTENCION Y CON AMOR, SIN PEREZA NI REGATEOS, PARA QUE A DIOS LE AGRADE, COMO LA DE ABEL Y LA DE LA VIUDA ANONIMA DEL EVANGELIO. ¡Arriba y adelante!