Cultivemos expresión de vida y no de muerte

de José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca

Comunicado de Prensa

Noviembre 1 de 2015.

Mañana celebramos el día de los fieles difuntos; en Oaxaca seremos testigos de abundantes expresiones que muestran el afecto a quienes ya murieron y la fe. Los altares de muertos, especialmente nuestros panteones, nos presentan en estos días signos palpables de vida: flores, oraciones, comida, familiares y amigos reunidos, música; no pocos comparten recuerdos, agradecimientos, estrechan relaciones y vuelven a casa llevando en el corazón aliento, los consejos y enseñanzas de quienes sabemos continúan viviendo en forma diferente. ¡Un rechazo rotundo a la cultura destructiva de la muerte!.

Todo esto nos grita que la muerte, en su sentido auténtico, no es el fin sino la puerta para entrar a la vida plena y definitiva con Dios si nos portamos bien; como la semilla que para continuar viviendo y multiplicarse tiene que pasar por la muerte, deja de ser semilla para transformarse en planta, en árbol que da fruto y se multiplica. Solo muriendo se puede vivir mejor; muriendo al egoísmo, al orgullo y a la ambición surge el trabajo responsable, el servicio, el compartir, gastarse y servir para alguien. Solo así se crece en calidad, se proyecta y se multiplica el bien y la vida.

Ya desde los primeros siglos de la Iglesia, san Juan Crisóstomo decía “La muerte revela y muestra la riqueza o la pobreza real de una persona. Así como en los teatros al acabar la obra, los que representan a reyes, a sirvientes, a ricos y sabios, se quitan el traje y aparecen tal como son en la realidad con todas sus necesidades y cualidades; así cuando viene la muerte, desaparecen los disfraces y solo quedan las obras buenas y las virtudes que muestran quienes son verdaderamente grandes, ricos o pobres, dignos o indignos”.

Otro Santo Padre exhortaba a la esperanza y a no tener miedo a la muerte al afirmar: “Dios es el divino arquitecto que deja caer pieza a pieza el viejo y deteriorado edificio de tu cuerpo para reconstruirlo con mayor solidez y belleza…como un viejo edificio, deja caer esta carne descompuesta por el pecado para rehacerla a su modo según su plan de salvación. Como el que destruye su vieja casa para rehacerla de nuevo tiene que desocuparla, así hemos de desocupar este cuerpo en el momento de nuestra muerte”.

Contrarias a las ricas tradiciones de Oaxaca en el día de los muertos son otras expresiones que no son tan “inocentes” e inofensivas como algunos quieren hacer pensar; porque no se trata simplemente de ponerse un disfraz. ¿Qué valores se cultivan con disfraces de brujas, vampiros, diablos y fantasmas? ¿Qué se pretende suscitar o infundir en los niños?. Nos preocupa el que algunos padres de familia fomenten ingenuamente en sus hijos pequeños estas fiestas de disfraces alejándolos o al menos debilitando en ellos el conocimiento y aprecio de las ricas tradiciones del día de muertos cargadas de auténticos valores. ¿No es sembrar cierta atracción hacía el mal y hacía el terror al disfrazar a los niños de seres relacionados con el mal, la fealdad y el ocultismo?. ¿Qué clase de jóvenes y adultos suelen usar dicha ropa y disfraces?. Además, estas expresiones vacían de sentido la festividad católica de los difuntos, al ridiculizar la muerte y celebrarla sin el horizonte de la resurrección.

En Oaxaca necesitamos cultivar la atracción hacía la belleza, hacía la bondad y la vida y no hacía la fealdad y la maldad alimentando así la cultura de la muerte; cambiemos las expresiones de terror por muestras de alegría, las de violencia por manifestaciones de serenidad y de paz. ¿No sería preferible vestir a los niños y niñas de ángeles, de princesas, de reyes, de hadas o de santos?. Promovamos y cultivemos más las referencias a seres relacionados con la belleza, con el bien y con la vida auténtica.

La fiesta de todos los santos y el día de los fieles difuntos nos brindan una oportunidad privilegiada para mostrar y fortalecer nuestras tradiciones con sus valores, para testimoniar la fe y la esperanza cristiana. Nuestra invitación respetuosa a reflexionar a todos, principalmente a los papás.

Con mi saludo y bendición para todos.