Saber de dónde venimos y a dónde vamos

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

18 Noviembre

Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

AUDIO

2 Macabeos 7,1.20-31: “El creador del mundo les devolverá el aliento y la vida”, Salmo 16: “Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas”, San Lucas 19,11-28:“¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?”

Es siempre inquietante para cada uno de nosotros la pregunta sobre el más allá, qué nos espera después de la muerte y cuando será el juicio final. Como estamos en los últimos días del tiempo litúrgico las lecturas de este día nos ofrecen como puntos básicos a tener en cuenta para mirar nuestra actitud hacia esos momentos.

El pasaje de San Lucas nos presenta la muy conocida parábola de los talentos y los frutos que con ellos hemos dado. La insistencia de Jesús sobre el día del retorno del rey y el examen de cada uno de los empleados sobre la utilización de su moneda, nos hace reflexionar sobre los frutos que cada uno de nosotros hemos dado en la vida. Lo curioso de esta parábola es que Lucas nos dice que a todos les entregó lo mismo: una moneda, pero cada uno dio frutos diferentes hasta llegar al que solamente produce excusas y pretextos. No ha trabajado y además echa la culpa a los demás por eso recibe la condena del rey. ¿Cómo hemos dado frutos nosotros? ¿Cuáles son nuestras excusas para liberarnos de nuestras responsabilidades? ¿Qué encontrará el Señor en nuestras manos el día final? Son algunas de las preguntas que hoy nos podemos hacer.

Por otra parte la primera lectura tomada del segundo libro de los Macabeos nos ofrece una lección estupenda de fe, de confianza y de fortaleza. Se trata de la narración de “aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día, lo soportó con entereza, porque tenían puesta su esperanza en el Señor”. Recordándoles cómo habían llegado a su vientre tan sólo por decisión de su Creador, los animaba para que se mantuvieran firmes en el castigo y no cayeran en la idolatría porque el Señor les “dará de nuevo el aliento y la vida”. Impresionante sobre todo cuando anima al último y más pequeño: “No le tengas miedo al verdugo, porque el mismo Dios que ha hecho todo de la nada, hará que te vuelvas a encontrar con tus hermanos”. Le insiste en que la vida la ha recibido de Dios y que a Dios debe retornar.

Son las bases de nuestra vida: saber de dónde venimos y a dónde vamos. Reconocer que todo lo hemos recibido de Dios y a Dios se lo debemos devolver. Que estos ejemplos nos sirvan de aliento y esperanza en nuestra vida diaria. ¿Qué espera hoy de mí el Señor?