Ni la indiferencia, ni la venganza

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

19 Noviembre

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1Mac 2,15-29: “Nos mantendremos fieles a la alianza de nuestros padres”, Salmo 49: “Dios salva al que cumple su voluntad”, San Lucas 19,41-44:“Si comprendieras lo que puede conducirte a la paz”

Dos textos contrastantes se nos ofrecen en este día para nuestra meditación. Por una parte el primer libro de los Macabeos (2, 15-19) nos presenta la rebelión de Matatías y sus hijos contra el tirano Antíoco, que se levantan al grito de “aunque todas las naciones obedezcan sus órdenes y apostaten de la religión de sus padres, mis hijos, mis hermanos y yo nos mantendremos fieles a la alianza de nuestros padres. ¡Dios nos libre de abandonar nuestra ley y nuestras costumbres!”.

Inicia una persecución y una guerra a causa de la fidelidad al Señor. Cuando el tirano injusto busca imponer leyes que van contra la libertad y la dignidad de las personas, causa el razonable descontento de la población. Cuando quienes fueron puestos para el cuidado de la vida, la obstruyen y dificultan, no podemos quedarnos indiferentes, sino debemos alzar nuestra voz y defender nuestros legítimos derechos. Hoy de muchas formas nos van quitando no solamente nuestras creencias sino muchos de los logros en la defensa de la vida. Que el ejemplo de Matatías nos anime a defender y cuidar la verdadera libertad y justicia.

Por otra parte san Lucas nos presenta el reclamo de Jesús a la ciudad de Jerusalén, porque no acepta su palabra. La ciudad central y poderosa de Palestina, se opone al mensaje de Jesús. Con la violencia, la ambición y el poder, se niega a crear lazos de fraternidad entre los hermanos y se sostiene en su propio orgullo. Esto no lleva a la paz. Cuando la ambición invade el corazón, siempre produce violencia. Jerusalén, desconociendo que Jesús es el camino por el cual se puede alcanzar la paz y la justicia entre los hombres, se ha opuesto a la acción de Dios. Si no escuchamos su palabra y vivimos su ejemplo no podremos lograr la paz.

Así los dos textos nos dan pie para una seria reflexión: ni la indiferencia ante quien viola los derechos fundamentales de la persona, pero tampoco esa espiral de violencia basada en la fuerza y en la venganza. Pidamos que por medio de la Palabra de Jesús, podamos construir una ciudad donde reine la verdadera paz basada en la justicia. ¿Qué estamos haciendo nosotros por construir la paz?