Lecturas del martes, 34ª semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2015-11-24

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Daniel 2,31-45

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Dn 3,57.58.59.60.61 R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Ángeles del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Cielos, bendecid al Señor. R/.

Aguas del espacio,
bendecid al Señor. R/.

Ejércitos del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

II. Compartimos la Palabra

Dios suscitará un reino que no será destruido

Daniel se siente capaz de interpretar el sueño del rey porque reconoce su fuerte relación con el Dios único del cielo, apuesta valiente frente al paganismo del entorno. Por eso al descifrar lo soñado el hombre de Dios comunica el sentido de la historia y sugiere la conversión del rey, cosa de la que sus opositores, los magos, se manifestaron incapaces. Es un sueño esquemático y visual; de entrada, la estatua es colosal, impresiona y alude a la humana grandeza de un reino; sin embargo, el coloso se desmorona, proceso que inicia el golpe de una piedra que convierte la estatua en polvo. El hombre de Dios nos quiere decir que la historia no es una tarea ajena a Dios y Daniel así lo pone de manifiesto en su convincente interpretación, cuando indica no tanto el momento de iniciar la acción de Dios, cuanto dejar bien sentado que, al llegar al nivel de maldad más alto, Dios interviene con seguridad, no nos deja a nuestra mala suerte. El Dios de Israel actúa y actuará en la historia al margen de la política concreta de grupos y dinastías, Macabeos o no, quedando claro que ni Nabucodonosor con todo su enorme poder ni los que le seguirán ni ninguna opción nacionalista judía conseguirán la perpetuidad que solo el reino de Dios puede dar y garantizar.

No quedará piedra sobre piedra

La condición humana conlleva un peaje que no siempre admitimos con gusto: todo es efímero, tiene su fecha de caducidad, incluso lo que construimos con todo el fervor religioso. Pero una cosa es afirmar esta evidencia como criaturas y otra pensar que todo hecho histórico que exprese la maldad y límites de nuestra condición humana –guerras y enfrentamientos sin cuento, oleadas humanas desplazadas...- son síntomas evidentes de que se acerca inexorable el fin de nuestro mundo. Parece inevitable sentir así. Pero es mejor que lo tomemos como una perentoria llamada a la conversión que nos lleve a dejar más espacio al Dios de Jesús en nuestras vidas, a ser más sensibles al sufrir que sin cuenta prolifera a nuestro alrededor y decidamos confiar en el amor de nuestro Padre Dios que Él sí que tiene fuerza sobrada para cambiar nuestro mundo con nuestra ayuda. ¿Mensajes apocalípticos preñados de miedo y desnudos de esperanza ante cualquier desgracia de nuestra condición? Por desgracia nunca faltan en la viña del Señor; pero el seguidor del Maestro sabe por experiencia creyente que nuestro Padre no sabe soltarnos de su cariñosa mano y es ahí, y desde ahí, donde ponemos al día la redentora salud de nuestra condición cristiana.

Hacemos memoria agradecida de un nutrido ramillete de testigos de la Orden de los Frailes Predicadores que en las comunidades del Viet Nam lavaron su manto en la sangre del cordero; el obispo Ignacio Delgado encabeza este numeroso cortejo que acreditó su fe al dar su vida en distintos momentos del siglo XIX.

¿Cree usted que el poder humano, todo poder, contiene elementos antievangélicos?
Siempre hay páginas de dolor en nuestro vivir, cerca o lejos ¿nos atrevemos a leerlas desde el evangelio con actitud samaritana?

Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)