Lecturas del sábado, primera semana de adviento, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2015-12-05

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 29, 17-24:

Esto dice el Señor: Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor y los pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar, y al que defienden en el tribunal con trampas y por nada hunden al inocente.
Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues cuando vea mis acciones en medio de él santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.

Sal. 26, 1.4.13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación;
¿A quién temeré? Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: Habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.R.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 9,27-31

Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David». Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe».Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!». Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

II. Compartimos la Palabra

“Pronto, muy pronto”

Cuando oímos a Isaías proclamar “pronto, muy pronto” vendrá el Mesías con las maravillas que anuncia de que todo el que sufra algún mal se verá liberado de él, y luego echamos una mirada al mundo que nos rodea, nos viene la duda de si Isaías se equivocó. Con la venida de Jesús, el Mesías, y con todo lo que nos predicó y vivió, los teólogos han acuñado la conocida frase “ya, pero todavía no”, que nos sirve para afirmar que Isaías no se equivocó. Jesús anunció a los cuatro vientos la llegada del Reino de Dios, y con él la desaparición del mal, porque si reina Dios no reina el mal. Esta realidad, la realidad de Dios reinando “ya” empieza en este mundo, pero “todavía no” del todo, porque al mismo tiempo persisten otros reinados, como el reinado del mal en todas sus manifestaciones. Jesús nos aclara que el reinado de Dios en su plenitud, Dios reinando en todo y en todos, se va a dar después de nuestro trayecto terreno, en “el cielo nuevo y la tierra nueva”, cuando Dios sea “todo en todos”. Entonces las palabras de Isaías se cumplirán en su totalidad y plenitud. A nosotros nos toca, mientras vivimos en esta tierra, luchar para que Dios reine “ya” en nuestro corazón y en nuestra sociedad, ansiando la llegada de su plenitud.

“Hablaron de él por toda la comarca”

Totalmente humanas, lógicas, nos parecen las dos reacciones de los dos ciegos del evangelio de hoy. La primera, piden a Jesús que les haga ver, que cure sus tinieblas, porque sin luz se camina mal. Qué más normal que el deseo de un ciego de querer ver. “Ten compasión de nosotros, Hijo de David”. La segunda, los dos ciegos, después de ser curados por Jesús, “hablaron de él por toda la comarca”. La que nos parece más enigmática es la petición de Jesús a los curados: “¡Cuidado con que lo sepa alguien!”. Los teólogos llaman a esta actitud el deseo de preservar “el secreto mesiánico”. No entremos ahora en este tema. Y sigamos diciendo que nos parece humana, lógica, normal la respuesta agradecida de los dos ciegos, proclamando ante todos que fue Jesús quien les curó.

Como la palabra de Dios es proclamada para los que la oyen, en este caso, para nosotros, podemos seguir el ejemplo de los ciegos y vivir sus dos actitudes. Pedirle al Señor que abra bien los ojos de nuestra cara, de nuestra inteligencia y de nuestro corazón para ver claro qué tenemos que hacer como seguidores suyos. Y que no dejemos nunca de ser agradecimos y reconocer y publicar todas la maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo con nosotros.

Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)