de Emmo. Card. Alberto Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
Palabra del Obispo
Entre las actividades que tuvo el Papa Francisco en Morelia el pasado día 16 de febrero, hubo dos encuentros privados que no pasaron por televisión pero que fueron altamente significativos. Antes de saludar a los niños en la Iglesia Catedral, el Obispo de Roma se detuvo en la sacristía para saludar a algunos pocos ministros evangélicos y a un grupo de rectores de universidades estatales y privadas.
Con suma atención y amabilidad saludó a cada uno y dialogó con ellos. En el intercambio con los representantes de confesiones religiosas compartió su experiencia como arzobispo de Buenos Aires, recordando cómo de vez en cuando tenían reuniones ecuménicas de oración y diálogo fraterno, y también llegaron a realizar juntos algunos eventos con jóvenes, alternándose en la predicación y en las alabanzas.
Nosotros le platicamos al Papa que desde hace años hemos podido promover jornadas de reflexión sobre la libertad religiosa y sobre la paz, algunas acciones de tipo social y encuentros de oración con espíritu ecuménico. Nos felicitó y animó a seguir adelante en plan fraterno como Consejo Interreligioso.
En seguida, pasó a otro espacio de la misma Catedral, en el que estaba esperando un grupo de quince rectores y rectoras de instituciones de educación superior. El Papa tuvo la delicadeza de detenerse con cada una y cada uno de ellos, escucharlos y felicitarlos por su compromiso educativo y por el ambiente de colaboración que se da entre las universidades.
En repetidas ocasiones mencionó el Santo Padre la importancia del deporte, de la música y el teatro, de la acción social, de la creatividad y energía que son propias de los jóvenes; en fin, de una verdadera educación integral basada en la confianza y el optimismo dada la dignidad y nobleza originarias de todo ser humano.
Estoy seguro de que con esta motivación tan especial se acrecentará el clima de diálogo y el compromiso efectivo en ambos grupos, respetando las autonomías institucionales, con la convicción de que, por encima de las diferencias, coincidimos en grandes objetivos como son: la preservación de nuestras raíces culturales, el cuidado del medio ambiente, el servicio a las personas, la construcción de la paz, en fin, la dignificación de las personas en la libertad y la justicia, en la apertura a la verdad y a la trascendencia.
Por todo esto doy gracias a Dios, y también reconozco la buena voluntad de todos los participantes y la gran generosidad del papa Francisco, quien dejó una huella indeleble en nosotros.