Lecturas del viernes, 13ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Vie, 2016-07-01

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Amós 8,4-6.9-12:

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo.
Aquel día --oráculo del Señor-- haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día oscureceré la tierra. Cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo. Mirad que llegan días --oráculo del Señor-- en que enviaré hambre a la tierra: no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán.

Sal. 118 R/. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.R.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.

Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos. R.

Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R.

Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R.

Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,9-13:

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

II. Compartimos la Palabra

“Compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias”

Amós nos describe, con realismo y dramatismo, la situación social de su tiempo, donde los poderosos abusan hasta límites increíbles de los pobres. Incluso están esperando que pase rápido el sábado, día de fiesta en el que no se puede negociar, para seguir con sus terribles injusticias. “Compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias”. Como vemos, las injusticias sociales siempre han existido.

El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, se posiciona de manera rotunda en contra de la injusticia actual reinante y a favor de la fraternidad y todo lo que exige la fraternidad universal. “No a una economía de la exclusión. No a la nueva idolatría del dinero. No a un dinero que gobierna en lugar de servir, no a la inequidad que genera violencia… Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, sobrantes”.

Ante la situación que describe, Amós anuncia que Dios no permitirá que continué esta gran injusticia y les hace una gran amenaza: retirarles su palabra. “Vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán”. Una amenaza que no cumplió porque “llegada la plenitud de los tiempos, nos envió, ni más ni menos, que a su Hijo, que es la Palabra, el que nos habla de parte de Dios, como Hijo de Dios.

“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”.

Es verdad que nosotros nos conocemos el evangelio y leemos cada fragmento, como el de hoy, sin que nos choque porque como los hemos leído y oído tantas veces... No nos llama la atención que Jesús coma con pecadores, que los acoja, que intente convencerles de la bondad de su evangelio, que tienda su mano a todos, que no niegue a nadie su amistad, que no tache a nadie de su lista, que vaya buscar a la oveja que se ha despistado y anda perdida, que quiera atraer a todos hacia si porque sabe que lo suyo rebosa sentido, esperanzan, ilusión, liberación… porque sabemos que eso es lo normal de Jesús. Pero en la sociedad de su tiempo, su actitud ante los pecadores chocó y mucho a las autoridades religiosas que pensaban que Jesús se equivocaba con su comportamiento y que era algo que no quería Dios. Sin embargo, Jesús siempre se defendía de la misma manera: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa ‘misericordia quiero y no sacrificios’: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. Debemos imitar a Jesús.

Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)