Lecturas del martes, 28ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2016-10-11

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,1-6:

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Mirad lo que os digo yo, Pablo: si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada. Lo afirmo de nuevo: el que se circuncida tiene el deber de observar la ley entera. Los que buscáis la justificación por la ley habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia. Para nosotros, la esperanza de la justificación que aguardamos es obra del Espiritu, por medio de la fe, pues, en Cristo Jesús, da lo mismo estar circuncidado o no estarlo; lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor.

Sal 118,41.43.44.45.47.48 R/. Señor, que me alcance tu favor

Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa. R/.

No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.

Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás. R/.

Andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos. R/.

Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo. R/.

Levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,37-41:

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

II. Compartimos la Palabra

“Para la libertad nos ha liberado Cristo”

Las comunidades cristianas de Galacia, en la zona de la actual Ankara (Turquia) fueron creadas por Pablo con ocasión de una enfermedad que le obligó a quedarse una temporada en este territorio durante su segundo viaje (Gál 4,13s; Hch 16,6s). Los gálatas, siendo gentiles, acogieron y aceptaron el evangelio predicado por Pablo, y se bautizaron.

La carta escrita en el año 54, tiene un motivo muy concreto. Tras la marcha de Pablo de la comunidad, pasaron por allí un grupo de judeocristianos con mentalidad judaizante que pretendían que los gálatas debían circuncidarse para salvarse (5,26s. 6,12s). Este conflicto, sobre la necesidad de la circuncisión o no, para salvarse, que se dio en los orígenes de la Iglesia, no sólo afectó a estas comunidades, sino a muchas otras; de hecho este fue el gran tema de la asamblea de Jerusalén (Hch 15)

Pablo presentara a través de toda la carta lo que constituye lo esencial de la vida cristiana, siendo este texto de hoy la conclusión a todo ello: No es posible Cristo y circuncisión a la vez, pues eso significa que Cristo no da la salvación plena y que necesita una ayuda por parte de la Ley de Moisés.

No se pueden considerar a Cristo y la Ley como dos absolutos a la vez. Lo único esencial, dirá Pablo, será Cristo. El solo exigirá que la fe se traduzca en actos concretos de amor.

Este texto, que sin duda está muy circunscrito a una problemática concreta del siglo I, nos plantea algo que también en estos momentos nos puede llenar de incertidumbre ante “muchos predicadores que nos alertan”: ¿qué es lo esencial de la vida cristiana ¿Consideramos a Cristo el único salvador de nuestra vida, el que la llena de sentido y la dota de una meta? ¿Qué es lo nuclear que nos exige su seguimiento?

Fuera-dentro…dentro-fuera

El texto que nos presenta el evangelio pertenece a la segunda parte del evangelio de Lucas, en la que Jesús aparece camino hacia Jerusalén. En el relato, Jesús, al terminar de hablar, es invitado a comer por un fariseo. El Maestro, que se sienta a las mesa con todos (cf. Lc 15,2), como símbolo del banquete del Reino que no excluye a nadie, acepta gustoso.

A priori, nos choca que Jesús, lanzara esta serie de acusaciones tan fuertes contra alguien que le había invitado a comer. Tal vez, el autor del evangelio es el que las coloca aquí para que el oyente (lector) se interrogue sobre la hipocresía y la incoherencia de vida. Lucas describe la sorpresa del fariseo al ver que Jesús no realiza las abluciones rituales antes de comer; lo que aprovecha para presentar esas actitudes de incoherencia entre lo externo y lo interno.

En realidad los fariseos eran los piadosos, los cumplidores de la Ley, pero habían llegado al extremo de convertir las “tradiciones de los padres” en normas religiosas, que trataban de imponer a todo el mundo.

En general, los ritos externos del judaísmo eran símbolos de actitudes internas. Sin embargo, Jesús les va a echar en cara a los fariseos, que en su empeño por salvaguardar los ritos externos, los han absolutizado hasta tal punto, que han perdido la conexión con lo que significaban. Lo acciones rituales se han quedado vacías porque no responde a actitudes interiores. En este caso las abluciones externas, signos de la purificación, no conllevan, a su vez, una limpieza del corazón, o lo que es lo mismo una ética coherente. Podríamos decir que Jesús les echa en cara aquel proverbio chino: “Cuando el sabio con el dedo señala la luna, el tonto mira al dedo”.

También en nuestra vida cristiana, nos ocurre esto. ¿En qué ocasiones doy más importancia a la apariencia que a lo que hay en el corazón; miro al dedo que señala a la luna, en vez de mirar a la propia luna? No podemos perder de vista aquello de Saint- Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo