Nació el año 1274 en Gracciano Vecchio, cerca de Montepulciano (Italia). A la edad de nueve años, Santa Inés solicitó a la comunidad de Montepulciano que le invistan el hábito de su congregación ya que decidió consagrar su vida y alma al Señor. Fue muy dada a la oración desde que tuvo uso de razón, y al parecer era una persona muy contemplativa.
A la edad de quince años abrazó la vida religiosa llamando la atención por su entrega sin limites a toda clase de sacrificios y a la más rigurosa vida de observancia regular, y pronto todas las monjas se fijaban en ella tratando de copiar sus virtudes. Ella, en compañía de Margarita, que había sido su maestra y guia en la vida monacal, dio comienzo a la fundación de un convento que pronto llamaría la atención por la irradiación de frutos de santidad que de él se desprenderían por toda aquella comarca. Fue el célebre convento de Proceno en el que a sus dieciocho años ya fue nombrada abadesa del mismo, atendiendo a todos con una profunda dedicación y humildad. Como la fama del convento iba extendiéndose día a día, los religiosos de Montepulciano quisieron que también allí, en su pueblo natal, hiciera otra fundación para que fuera una instancia de irradiación espiritual y recta conversión.
En poco tiempo obtuvo del Papa los permisos necesarios y el Señor empezó a obrar allí como lo había hecho antes en el convento de Proceno. Las gracias del cielo se multiplican; los éxtasis, milagros y mensajes que recibe del Señor son casi diarios, y son muchas las almas que por su intersección se enriquecen espiritualmente y se convierten de corazón.
La santa cae enferma a la edad de cuarenta y tres años, falleciendo el 20 de abril de 1317.