“Me amó y se entregó por mí” (Ga 2,20). Esta frase bíblica de San Pablo recobró una gran fuerza esta Semana Santa que hemos vivido. Jesús ha dado su vida entera por nosotros, nos ha demostrado la fuerza del amor, de como el amor es capaz de generar cosas increíbles, Él da toda su vida, desde su Encarnación, donde inicia mostrándonos el amor de Dios a cada momento, hasta "el extremo" con su muerte y Resurrección.
Nuestro Señor a lo largo de la historia se ha convertido en el Maestro y Modelo de servicio y de amor que ha inspirado a tantas personas, que también como Él, han sido capaces de dar su vida, desde el martirio como día a día con una entrega generosa en bien de los hermanos.
Cantamos y proclamamos en toda la cristiandad: "Hoy es el Día que hizo el Señor, hoy es el día del triunfo y de la gloria. ¡Ha resucitado el Señor!". Jesús, exaltado se convierte en una experiencia de gozo y alegría, como de esperanza, porque ya no está en la tumba, ella, es el lugar de los muertos. El que ha sido ungido, ya perfuma todo el universo, con su Resurrección. El sepulcro, antes tenebroso, se convierte en luz y fuente de vida para todos los que creen en Él. El Señor Resucitado es ahora la alegría de la Iglesia, de cada Comunidad Cristiana, de cada rincón donde se celebra la Pascua, es nuestra alegría y nuestra luz. Hoy nuestra Iglesia se pone sus mejores galas, es fiesta, es cántico, es gozo profundo, es el Aleluya que resuena por doquier.
La Pascua debe de continuar en cada corazón, en nuestra vida, hoy es cuando más debemos de celebrarla y vivirla con pasión ante un mundo desesperanzado, de muerte y de tinieblas. La Pascua de Jesús debe perpetuarse en nuestra historia, debemos aferrarnos a ella, porque es un proceso de liberación, una lucha del mal y la superación de la muerte, que nos lleva a una plenitud y una vida sin fin. El compromiso cristiano es grande y enorme; debemos de ser pregoneros de la paz, del perdón, de la solidaridad, de la esperanza y vida. El enemigo a vencer con la fuerza del Resucitado, principalmente es la muerte que cada vez se va culturizando en nuestra sociedad. Hay tantos signos de violencia y lágrimas en todos los rincones de nuestra sociedad y quizás en nuestra familia. Existen muchas realidades de "anti pascua", en esta lucha diaria donde estamos y Cristo está con nosotros, no debemos de desistir, Él nos pide que sigamos adelante con una gran paciencia, sin miedo y perseverando hasta el fin.
Este año, (19 de marzo 2021 - 22 de junio 2022), el Papa Francisco ha declarado el "Año de la familia", inspirados en la Pascua que hemos celebrado y vivido, el compromiso es avocarnos hoy a la "Cuna de la vida" que es la familia, potenciarla, valorarla y defenderla, como el lugar y el espacio donde se nace y con ella viene la semilla, para la construcción de una sociedad armoniosa, donde todos debemos vivir como hermanos, siguiendo y viviendo los valores más sublimes que el Señor nos ha revelado. Sólo así la familia será lo que es.
Que este año dedicado, también, a la figura de San José, jefe y custodio de la familia de Nazaret, nos proteja y ayude para imitar su gran ejemplo de hombre justo, prudente, piadoso, valiente y protector de una familia que también como nosotros, pasa a veces por no pocas dificultades y situaciones difíciles.
Que María, Madre del Resucitado, nos siga encaminando hacia su Hijo Jesús, y nos siga alentando como a los discípulos de la primitiva Iglesia a ser testigos valientes de una vida nueva que Jesús ha inaugurado con su Pascua.
Pbro. Rolando Caballero Navarro, M.D.C.S.D