Esta muchacha armenia formaba parte de un grupo de vírgenes consagradas. El emperador Diocleciano la encontró tan bonita que decidió desposarla de inmediato. Pero, las doncellas fueron prevenidas del peligro y huyeron hacia la lejana Armenia, donde se establecieron en una granja próxima a la capital.
Allí se presentó el rey Tiridates (261-317) con el encargo de Diocleciano de devolver a Ripsimena. Sin embargo, desde el momento en que la vio, Tiridates se prendó de ella y, olvidándose de la petición de Diocleciano, quiso quedársela él. Ante la negativa de la joven, hizo que la quemaran viva junto a sus compañeras. Para los armenios esta mártir es su santa nacional. En Armenia su iglesia celebra su fiesta el segundo lunes después de Pentecostés.