2012-05-18 Radio Vaticana
Reflexiones en frontera
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Cayó tres veces y más, pero volvió a levantarse una y otra vez hasta subir a lo más alto. Se levantó porque tenía un motivo preciso, un objetivo decidido, una intensión clara. Cayó tres veces y más, porque hundido en el pozo de la muerte, descendió hasta los fondos del infierno mismo. Pero se levantó hacia lo más alto y más ancho de la vida, resucitado con heridas, hacia la plenitud del amor.
Según sus huellas, lo que cuenta no es lo que parece y aparece: desfigurado y roto. Lo que importa es el objetivo, el sentido principal. Lo que define el camino es la intensión. Esa tensión de amor que mueve a vencer el egoísmo para entrar en la vida plena que vale la pena. Esa in-tensión que en movimiento ascendente, impulsa al encuentro con los otros para vivir la fiesta de la comunión.Señor Jesús, quiero vivir esta tensión, ese movimiento del amor al que me invitas y que sube a lo más alto y ancho de la Vida que rebosa tu Corazón.
No quiero que el movimiento de mi vida sea el de la hoja al viento cada vez más marchita, que cambia caprichosamente; que sube y baja sin sentido, con la única dirección del interés mezquino; que apenas brilla en una efímera danza, remolino del aire.
Como tu Señor Jesús, quiero que mi movimiento sea siempre determinado por la tensión gozosa del amor generoso que mueve, rebalsa y derrama tu Persona. Quiero crecer hasta la Vida plena que ofreces como Hijo de Dios a tus hermanos.
Se Hicieron Uno con Él
(RV).- Es parecido al papá dicen del recién nacido. Después el niño crece y se identifica con un modelo, un héroe; idealiza un deportista, un hombre público, un profesional y decide imitarlo. Una cualidad, un don humano esencial es que “Somos y nos hacemos”; nos modelamos y nos dejamos modelar bien o mal, por las fuerzas naturales internas y por los paradigmas de las culturas. Y se forman grupos de pertenencia; se generan culturas; modos de ser, de vivir y morir.
A este punto de la vida tu ¿de quién sigues las huellas?
El cristiano tiene ante los ojos a Jesús de Nazaret; se abisma en su misterio, no ve a nadie más fuerte ni poderoso en amor y fidelidad, capaz de luchar contra el mal y la muerte y vencerlos con su propio cuerpo, sangre, alma, divinidad.
Muchas conceptos expresan este abismarse en Cristo para crecer con Él, por Él, en Él, para alcanzar la estatura del crucificado resucitado, su gozo en el Amor: imitación de Cristo, configuración, conformación, transparencia... “Ya no soy yo sino Cristo que vive en mí” confiesa Pablo de Tarso, subyugado por la fuerza de su perdón y de su amor victorioso.
En cualquier caso sucede lo que vemos con tantos jóvenes: la identificación con Cristo mueve a unirse en grupo; a salir del egoísmo para abrirse al otro; para generar puentes, vínculos, comunidad, comunión; para construir juntos en el perdón y el amor mutuo una familia de hermanos, especialmente con los más frágiles y pobres.
La lucha por la vida
(RV).- Por eso el enemigo lo atacó con esa furia. Con armas diversas se combate hoy aquí y allá por un pedazo de tierra, un espacio de poder, una herencia. En el fondo se lucha por la felicidad, pero de modo cruel, porque mi hermano sangra; agoniza a causa de mi avidez por poseer, por dominar, por mi ansiedad de sentirme bien a toda costa aquí y ahora, aunque corran ríos de sangre de las víctimas; de niños, mujeres, ancianos. Así comanda su ejército de adictos el Mal.
Por eso el Enemigo lo atacó a él con tanta furia. Vio que podía liberarnos de la adicción, de su mentira asesina, del miedo que nos impone. Si lo vencía tenia ya el triunfo asegurado. Un combate capital fue en el desierto árido, sin comida y bajo el abismo sin fondo del silencio de Dios, y después en el cadalso infame. Le dijo: Tu puedes saciarte aquí y ahora. Con la fama de tus milagros todos se pondrán a tus pies.
Pero este Guerrero conocía bien el hambre de su pueblo. Hizo lo diametralmente opuesto: se ganó la fe de la gente partiéndose el mismo en incontables pedazos de pan sustancial; no apropiándose y guardando para sí nada, sino entregándose a sí mismo todo entero. Ese pan que apenas es más que una partícula, alimenta en millones de humanos el deseo de donarse a los demás. Ellos encuentran así la felicidad, la vida. No en la avidez posesiva de cosas y poder, sino en el dar hasta morir por el otro.
El Guerrero que parecía derrotado definitivamente, se levanto de entre los muertos, invicto, y ató al enemigo como a un león enjaulado, que solamente te muerde y te infecta de muerte, si entras voluntariamente en su círculo infernal.
También tú y yo estamos en esta lucha por la felicidad.
Desde tus mínimas partículas
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Hoy es automático. En la misma perilla que abre el gas de la hornalla de la cocina también está la chispa que enciende el fuego. Era antes y en el campo, cuando por la mañana temprano había que remover la ceniza gris para descubrir debajo el tizón y avivar el fuego necesario para el desayuno. Últimamente se supo por las noticias que algún volcán de la Cordillera de los Andes esta escupiendo cenizas que el viento dispersa lejos y, en estos tiempos, la incineración de los cuerpos es más común que antes y se escucha, especialmente de los famosos, que esparcieron sus cenizas al viento en el funeral.
Más gris o blanca, puñados de ceniza se han dispersado desde todas los templos católicos del mundo, en el dibujo de la cruz en la frente de los penitentes, el pasado miércoles de ceniza.La ceniza bendita te recuerda a ti y a mí la fragilidad, levedad y brevedad de nuestro barro y el extraordinario poder del amor de Dios, que es capaz de rehacernos inmortales, desde unas mínimas partículas. Solo Dios puede hacerlo.
Desde su tremenda inmensidad Dios ve los castillos de arena que intentamos con nuestras pobres cenizas consistentes aún y nos enseña que si mezclamos ahora esta ceniza nuestra con el agua bendita del bautismo, y la enderezamos por el camino de Cristo, ya no será nuestra existencia un fantasioso castillo de arena. Será santuario del mismo Dios invencible, victorioso, animador de la fiesta sin fin.
Tormenta de Ceniza
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Sí, tuve una visión fugaz del vencimiento de todo; no solamente de los alimentos, los remedios, cosméticos, materias y elementos, sino también de nosotros mismos- relató Teófilo Pereira.
Separándose del polvo de la tierra y los minerales, la tormenta de ceniza fue primero sutil, después se hizo densa; gris, como los cabellos del anciano. Era la ceniza del hombre, creado, crecido y fenecido a lo largo de todo el tiempo y la historia, y a lo ancho del extenso globo trajinado, países, continentes, hemisferios.¿Van hacia dónde las cenizas? ¿Hacia dónde convergen?, me preguntaba sin caer en la cuenta de que yo mismo soy parte de esa masa volátil, marcado también con la ineluctable fecha de vencimiento.
Y vi, como en un sueño, que todo convergía hacia el Hijo del hombre, vivo, resucitado; resurgido victorioso de su propia lucha contra la muerte y la nada; triunfante por él y por nosotros. Frente a él se arremolinaron montañas de ceniza en siluetas de hombres y mujeres primero. Después se reconstituyeron milagrosamente en su forma humana de carne y huesos. Pero seguían siendo muertos, como zombis, hasta que él, el Guerrero viviente, insufló en cada uno su propio Aliento de Vida y les dio Vida nueva. Les sopló un aliento luminoso y llameante; un aliento de Fuego.
Hermanos Por Elección
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Por el pasillo del tren circulaba un hombre de unos 50 años. Otro que estaba sentado, le gritó bien fuerte “Hermano”. El hombre que caminaba por el pasillo se dio vuelta y lo reconoció. Quizá le reconoció la vos o el modo de decirle hermano o que sé yo. Se abrazaron como los que hace tiempo que no se ven y con mucha alegría. Se sentaron juntos a conversar. No se parecían en nada y no eran hermanos, sin embargo por esas cosas de la vida se sentían hermanos, no sé, hermanos es algo más que amigos. Amigos parece algo más espiritual, mientras que hermanos es como si algo material como la misma sangre corriera por las venas de los dos, algo muy concreto los unía de modo que no tenían miedo de llamarse hermanos entre ellos y de estar y dialogar como tales. ¿Qué les habrá sucedido juntos para que estos hombres se sintieran hermanos?
Los cristianos tenemos una razón muy especial y concreta para llamarnos hermanos y es que el hijo de Dios se hizo como nosotros, uno de los nuestros en el vientre de María de Nazaret y haciéndose uno de los nuestros se hizo hermano nuestro en todo. Solo por esto, porque el Hijo de Dios se hizo hombre, Dios Padre nos acepta como hijos y así, en Cristo todos los bautizados somos material y espiritualmente hermanos. No porque en nuestras venas circule la misma sangre sino porque respiramos el mismo Espíritu de Dios, que es la fuerza y el aliento de Dios en nuestra vida; aquello que nos permite la comunión en la fe, la esperanza y el amor cristiano.Hace Jesús que vivamos como hermanos.
Del 18 al 25 de enero: Semana de Unidad de los Cristianos
Contra toda esperanza
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Es hermosa la imagen del anciano Simeón de larga barba blanca, los ojos aguzados en el horizonte, esperando. Es bello por esto, porque se hizo viejo esperando; sin perder la esperanza. Espera en el templo, rezando y contemplando, porque Dios le ha prometido que no morirá sin haber visto al “Sol de justicia”. Sosteniendo a Jesús en sus brazos, con el alma colmada de gozo, de alegría, reza: “Ahora Señor puedo morir en paz, porque mis ojos han visto… La luz que ilumina a las naciones, la gloria de tu pueblo…”.
Simeón es imagen del Dios rico de tiempo. Así como el padre bueno del hijo pródigo, que subido a la terraza mira el horizonte deseando el regreso del hijo perdido, es la bellísima imagen del Padre Dios que no se cansa de esperarnos a ti y a mí, así, la imagen de Simeón es la contra cara de la misma esperanza del Dios rico de tiempo, pero en el rostro y el corazón del ser humano. ¡Cuantos de los que están a tu lado, a mi lado, se están haciendo viejos de esperar! Peregrinan el largo camino de la esperanza sin desistir, sin abandonar, sin aflojar. Como Simeón creen que Dios no falla; que Dios es demasiado rico de tiempo; pero cumple lo que promete.
La hermosa imagen del viejo Simeón en la presentación de Jesús en el templo es una reconfortante invitación a seguir esperando contra toda esperanza, porque Dios no nos defraudará ni a ti ni a mí, si no desistimos en la esperanza. (jesuita Guillermo Ortiz - RV).
Dejemos crecer la ternura
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- No nos amputemos la ternura del corazón, hagámosla crecer con la caricia a los más indefensos.La imagen del pesebre con María y José cuidando al Niño Jesús suscita en nosotros ternura, y esperanza de futuro de la familia humana. Pidamos a Jesús, cuidado por María y José, que nos ayude a dejar crecer la ternura con el gesto de amor, con la caricia a los próximos más frágiles, esos que se hacen invisibles ocultos por el sufrimiento, verdaderas víctimas de la injusticia.
Contrasta terriblemente esta imagen del Pesebre con la crueldad de Herodes, esa violencia que hoy también es noticia por la masacre de cristianos en Nigeria, por ejemplo, y tantos otros martirios, empezando por el mismo Jesús, el inocente por antonomasia, que no fue alcanzado por Herodes esa vez, pero al final fue crucificado.
Asusta hasta dónde podemos llegar tú o yo. Podemos mutilarnos del corazón la ternura a tal punto, que ya no nos remuerda la conciencia el desprecio del otro, como les pasó a Herodes y a los que lo indujeron al crimen.
Tanto la ternura como la crueldad pueden crecer en nosotros, depende a qué le damos cabida; qué dejamos que crezca en nosotros.
Ignacio de Loyola habla de la conciencia fina y de la conciencia laxa. Con la oración; con la escucha y la contemplación del Pesebre, de la Palabra hecha carne, se afina la capacidad de sentir y conocer las inspiraciones de Dios; crece la ternura, el amor. Ese amor con el que Jesús vence la crueldad. (jesuita Guillermo Ortiz – RV).
El rechazo también es una puerta
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Se terminó la ira de Dios con el niño que nace pobre y humilde en Belén, con el único abrigo de la ternura y el amor de su Madre María y José carpintero. Con Jesús en el pesebre -el niño de la no-violencia-, se terminó el furor del trueno, el terremoto y el rayo que acompañaban las manifestaciones de Dios en el viejo testamento. Música y luz, ternura, amor, paz, son ahora los signos de la presencia del Dios-con-nosotros, y la paciencia, el perdón, la reconciliación son su camino, el camino del encuentro; de la construcción de la familia humana nueva en germen.
Sin embargo hay quienes hoy continúan con su violencia asesina. La violencia del egoísmo, de los intereses particulares, que dominan, como somete y esclaviza la droga, sigue sembrando luto y dolor con su estruendo y sus rastros de sangre.
¿Cómo entrará Dios en nuestro mundo?
Entró y avanza por la misma puerta del rechazo. Nace pobre porque no hay lugar para él en el albergue y alcanza la vida plena con el martirio, porque su “pobreza” y su asesinato son testimonio de su amor por nosotros. Y Dios-amor triunfó, triunfa y triunfará. “La verdadera imitación de Cristo es el amor… el martirio secreto", dijo Benedicto XVI. Aquellos que ponen en práctica los mandamientos del Señor le rinden testimonio en cada acción, porque hacen aquello que Él quiere y con fidelidad invocan el hombre del Señor. Como en la antigüedad también hoy la sincera adhesión al Evangelio puede pedir el sacrifico de la vida de muchos cristianos y en varias partes de mundo están expuestos a persecuciones y a veces al martirio. Pero, nos recuerda el Señor, “Quien persevere hasta el fin se salvará” (Mt 10,22). (jesuita Guillermo Ortiz – RV).
Qué descubrieron
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- ¿Qué vieron aquellos trabajadores de Viernes, 23 dic (RV).- jesuita Guillermo Ortiz (AUDIO)
¿Llegaron al lugar preciso?, ¿Qué puedes ver tu y yo si buscamos en el misterio?
Vieron y vemos: Un niño en la miseria de un establo, pero cuidado por sus padres con todo su amor. Vemos una familia pobre pero amante y por tanto vemos futuro, como es la vida palpitando en el corazón de un hijo recién nacido. Es algo hermoso, sagrado. Ahí está ya todo el hombre pero para alcanzar su estatura plena necesita todo nuestro amor. En realidad pide la vocación esencial del ser humano: ayudar a crecer.
Ya hay futuro, promesa, esperanza en la imagen de cualquier pareja con un niño en los brazos. Pero esta familia ahí, en un hueco de la noche y del mundo es como una flor en un pantano; entre el estiércol de un establo. ¿Qué harías tú ahí? Los escritos sagrados hablan de signos maravillosos, como la cometa y el coro de ángeles que cantan “Gloria”, esos que en mi pesebre navideño son hoy de cartón y luz de corriente eléctrica. ¿Quién vio y escuchó?
Aquellos trabajadores que cuidaban por la noche sus ovejas contaron a María y José que un ángel de Dios les dijo: «No teman, les traigo una buena noticia… les ha nacido un Salvador… encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y una multitud de ángeles alababa a Dios: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él».
LiturgiaOración: Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre a tu imagen y semejanza, y de modo aún más admirable lo elevaste con el nacimiento de tu Hijo, concédenos participar de la vida divina de aquel que ha querido participar de nuestra humanidad.
Aleluya, les anuncio una gran alegría: hoy nos ha nacido el Salvador que es Cristo el Señor. Aleluya
Nacimiento de Jesús - Del Evangelio según san Lucas 2,1-16
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él». Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Ant. Y el Verbo se hizo carne y hemos visto su Gloria.
Bendición Que desde el Santuario de San Pedro en Roma, llegue en esta Navidad la Bendición de Dios para ti y tu familia, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡FELIZ NAVIDAD!
El Eco del Anuncio en Tu Corazón
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Resonará nuevamente “La Voz del Papa” el 24 y 25 de diciembre, para actualizar al mundo entero la Buena Noticia de Jesús, nacido en un establo, envuelto en pañales y, sobre todo, por la caricia tierna de su Madre y por los cuidados amorosos de José carpintero de Nazaret.
El deseo de los que hacemos Radio Vaticana en lengua española es, que el eco de esta Buena Noticia para todos los que buscan a Dios, llegue a tu casa estimadísimo oyente, a la gente de tu comunidad, a tu familia, como una caricia del Amor tan grande de Dios también para tu corazón herido. Que el eco de este anuncio reencienda la luz de la esperanza. ¡Sí! El Hijo de Dios nacido en el pesebre camina con nosotros y su Amor puede transformar el mundo.
Como los pastores, adoremos al Verbo hecho carne unidos al Papa, con todos los cristianos del mundo.
¡Feliz Navidad!
Redacción de Programas en lengua española (jesuita Guillermo Ortiz – RV).
Dios ofrece algo lindo
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Escuchemos en esta Navidad el anuncio feliz; el anuncio de que Dios no nos deja solos. Así, en un corral de animales, Jesús es el Hijo de Dios que no nos abandona, viene a acompañarnos; a estar con nosotros; viene para ser uno como nosotros, a pasar por nuestros trabajos, penas, pobrezas, dificultades, y para mostrarnos que lo Dios ofrece es algo muy lindo y bueno como lo que le paso a él mismo. Jesús trabajó, sufrió y murió como nosotros, pero ¡Resucitó! Viene para que conozcamos el Camino de la Vida plena y feliz.
Nos gustaría más que el Padre Dios fuera como ese Papa Noel que trae regalos lindos. El regalo del Padre Dios es su propio Hijo Jesús que en nuestra propia carne nos acompaña, de modo que podamos llegar con Él a la vida plena y feliz. Como dice Ignacio de Loyola: para que siguiéndolo en la pena, también lo sigamos en la gloria (Cfr. Ejercicios 95).
El Árbol de Navidad que vemos hasta en los lugares menos religiosos, nos recuerda que hay árboles que no dan frutos venenosos, que matan –como tantos hombres y mujeres que han elegido el camino del desprecio y maltrato de los hermanos-. También hay árboles que dan frutos buenos, sanos. Hay un fruto que cura, que es medicina para el cuerpo y el alma. Por eso le decimos a la Virgen: “Bendito el fruto de tu vientre”. Jesús, el fruto bendito del vientre de María - representado en esos frutos brillantes del árbol de Navidad-, es bueno y nos da la vida plena que tu y yo a veces buscamos en lugares equivocados. Ese fruto bendito del vientre de María de Nazaret en el pesebre nos alimenta en serio, es medicina, nos cura del mal y nos llena con la fuerza y la luz de la Vida viva.
Si de veras escuchamos atentamente, y contemplando tratamos de penetrar el corazón del Misterio de Navidad, la oración nos moverá a ponernos de rodillas para adorar al Verbo hecho carne, como lo hicieron los pastores y los magos de oriente, y nos moverá a abrir el corazón a los otros, sobre todo a los más necesitados.
Obra Maestra
jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- Todo verdadero “artista” tiene su obra maestra. ¿Cuál es la “obra maestra” del Artista con mayúscula?La obra maestra del Creador es fruto del diálogo con un ser humano. Porque lo más grande de la creación es el ser humano, que puede pensar, elegir, decidir, amar, como Dios mismo.
Después de siglos de intentos, por no decir ensayos –dado que Dios no tira los borradores a la basura como otros artistas-; después de tanto tiempo de buscar una rendija en el corazón humano clausurado al otro -como la puerta de un negocio que terminó fraudulento-, el Artista divino encuentra en Nazaret una joven hermosa, ungida en el cuerpo y el alma de inviolada esperanza; pudorosamente abierta a la potencia fecunda del Misterio.El gran Artista la esposa y la hace Madre de Jesús; del Amor hermoso que recrea el mundo masacrado desde los corazones que se abren y responden ¡Si!, como Ella.
La liturgia invita: “canten al Señor un canto nuevo, porque hizo maravillas”: En la inmensa creación agonizante, corrompida, devastada, brota un retoño fiel a su “si” al amor y a la vida, que florece y da un Fruto que transforma el mundo con la semilla nueva del Amor santo.Esta es la obra maestra de Dios, que podría llamarse “Victoria”, porque es el triunfo del diálogo amoroso que alcanza la plena comunión entre Dios y el ser humano, pero se llama solamente “María”; María de Nazaret, la Madre de Jesús y de toda nuestra familia. ¡Gracias Madre querida!