Ciudad del Vaticano, 24 mayo 2012 (VIS).-El arzobispo Zygmunt Zimowski, jefe de la delegación de la Santa Sede ante la LXV Asamblea Mundial de la Salud, intervino ayer en este foro, que se reúne durante los días 21 a 26 en Ginebra (Suiza). En su discurso, el arzobispo ha reafirmado el apoyo de la Santa Sede a la Resolución WHA64.9 sobre “Estructuras de financiación sostenible de la salud y cobertura universal”, que urge a los Estados miembros a hacer accesible el cuidado de la salud a todos los ciudadanos con equidad y solidaridad.
Mons. Zimowski recordó que el Papa Benedicto XVI ha afirmado que “es importante instaurar, también en el campo de la salud, una verdadera justicia distributiva que garantice a todos, sobre la base de las necesidades objetivas, cuidados adecuados. Por consiguiente, el mundo de la salud no puede sustraerse de las reglas morales que deben gobernarlo para que no se haga inhumano”.
El jefe de la delegación de la Santa Sede señaló que diversos países con economías emergentes se están acercando a la cobertura universal de los servicios de salud, gracias a buenas políticas que promueven la equidad. Por ello, aseguró que “en la tarea de promover la cobertura universal, es necesario que valores fundamentales como la equidad, los derechos humanos y la justicia social sean objetivos explícitos de la política”.
Asimismo, Mons. Zimowski realizó un llamamiento en favor de una mayor solidaridad de los países ricos hacia las naciones menos favorecidas, a fin de que estas últimas puedan desarrollar sistemas asistenciales. En este punto, citó la encíclica “Caritas in veritate”, en la que Benedicto XVI escribe: “Los estados económicamente más desarrollados deberían hacer lo posible por destinar mayores porcentajes de su producto interior bruto para ayudas al desarrollo, respetando los compromisos que se han tomado (…) en el ámbito de la comunidad internacional”.
Para terminar, el arzobispo afirmó que el esfuerzo hacia la cobertura universal en materia de salud no puede ser tan solo obra del Estado, sino que la contribución de la sociedad civil es indispensable. Entre estas fuerzas sociales se cuentan las más de 120.000 instituciones para el cuidado de la salud y sociales patrocinadas por la Iglesia en todo el mundo, inspiradas por la caridad. “La Iglesia católica -dijo- en muchos países en vías de desarrollo (…) proporciona servicios en áreas remotas a poblaciones rurales de rentas bajas, permitiéndoles así acceder a servicios que de otro modo estarían fuera de su alcance. Los esfuerzos y la contribución de estas organizaciones al acceso universal a la salud merecen reconocimiento y apoyo por parte de los Estados y la comunidad internacional, sin que se les obligue a participar en actividades que encuentran moralmente repugnantes”: su carácter específico debe ser respetado.