Nació en El Teúl, Zacatecas, el 5 de mayo de 1898; inició sus estudios clericales en el Seminario de Guadalajara, pero este plantel fue cerrado con motivo del anticlericalismo de los jefes carrancistas. Reinició sus estudios en el Seminario Auxiliar de Nuestra Señora de Guadalupe, del que fue alumno fundador a invitación del párroco de Totatiche, Cristóbal Magallanes. La conducta del Padre Caloca era intachable, sana y alegre; humilde en su modo de ser y de obrar piadoso y devoto.
Un día soleado del mes de mayo de 1927 llegó hasta el Seminario Auxiliar de Nuestra Señora de Guadalupe la noticia de que soldados de la federación se encontraban casi a la entrada de Totatiche. El Padre Agustín Caloca, prefecto del Seminario, dio la orden de que los alumnos abandonaran rápidamente el plantel y se dispersaran para pasar como vecinos ordinarios del pueblo. El se quedó al último para evitar hasta donde fuera posible la apariciencia de una casa de estudios para seminaristas. Aprendido por órdenes del general de brigada Francisco Goñi, en calidad de prisionero fue trasladado a Totatiche donde no tardó en ser acompañado por su párroco, Don Cristóbal Magallanes. Por su juventud se ofreció al Padre Caloca dejarlo en libertad, pero declinó la propuesta a menos que también liberaran al señor Cura Magallanes.
Ante la inminencia de la muerte sólo puedo expresar: «Nosotros, por Dios vivimos y por Él morimos». El calvario del Padre Caloca se prolongó después de estas palabras, pues al contemplar apuntando hacia él la boca de los rifles, sus nervios destrozados lo hicieron dar unos pasos al frente, intentando escapar. El jefe del pelotón le salió al encuentro, golpeándole el rostro con una pistola.
Consumada la ejecución, los cadáveres fueron inhumados en el Panteón de Guadalupe en esa población. Cuando fueron exhumados, en agosto de 1933, el corazón se encontraba incorrupto. Sus restos descansan en la Parroquia de San Juan Bautista de El Teúl, donde reciben particulares muestras de respeto y veneración.
fuente: Mártires Mexicanos