XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

«Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.»

Tema general de este Domingo: dificultades con que se encuentran los mensajeros de Dios, incluso entre los más cercanos.

Primera lectura: Ezequiel 2,2-5

Marco: Los capítulos 1-3 del Libro de Ezequiel están centrados en la misión del profeta: visión inaugural de la gloria del Señor, vocación del profeta, el profeta como centinela de Israel. El fragmento que proclamaos hoy se centra especialmente en la vocación del profeta. Y, más en concreto, en las dificultades con que se va a encontrar en la realización de su misión. Generalmente estos relatos vocacionales son redactados a la luz de la misión total realizada por el profeta para reflejar el resultado de la misión que ya estaba previsto por quien los eligió.

Reflexiones:

1ª: ¡El profeta es un hombre movido con fuerza por el Espíritu!

En aquellos días el Espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía: Hijo de Adán yo te envío a los israelitas. En la historia de la actuación del Espíritu de Dios a lo largo del Antiguo Testamento se subraya con especial fuerza su presencia en los profetas. El Espíritu los prepara para la misión, concediéndoles de modo especial el don de la fortaleza para la misión. Esto es lo que expresa Ezequiel en estas primeras palabras de su relato vocacional. El Espíritu “pone en pie” es una imagen que expresa plásticamente esta actuación del Espíritu que es fuerza y firmeza y la infunde en quienes elige para la misión. El profeta es capacitado por el Espíritu para realizar su tarea contra todas las posibles y más que probables resistencias. Su palabra es eficaz para todos los tiempos, porque la proclamación de la Palabra de Dios lleva siempre consigo fuerza permanente salvadora. Ayer como hoy esta palabra es una exhortación, un compromiso y una seguridad en la misión.

Segunda lectura: 2 Corintios 12,7-10.

Marco: Sólo si se tienen en cuenta algunas consideraciones es posible la adecuada comprensión de este fragmento. 2Cor 10-13 es una carta autónoma, compuesta por Pablo después de la partida de Tito como su embajador para aquella comunidad, pues entretanto había recibido de Corinto nuevas noticias que le inquietaron profundamente. Probablemente se trata de la carta intermedia “escrita entre lágrimas”, después de la segunda visita a Corinto, que tanto le había decepcionado. Esta carta es una apología del apostolado paulino. El apóstol emplea la sátira y la ironía, lo mismo que el desprecio y la amenaza. La manera que Pablo tiene aquí de reaccionar, con amarga ironía, a las maliciosas palabras de sus adversarios sobre sus modales tímidos y apocados (10,1-10); la forma en que rechaza, con indignación, los ataques dirigidos contra su ministerio apostólico; las respuestas que da a las venenosas insinuaciones que lanzan contra él; la manera con que, contra su voluntad, se compara a sí mismo con los superapóstoles (11,5; 12,1), y las amenazas que fulmina contra la comunidad (10,5s), porque ha hecho caso a las maquinaciones de sus adversarios, que se han introducido subrepticiamente, todo ello indica la gravedad de la situación. Los capítulos 10-13 muestran cuán solitaria pero inexorablemente tuvo que luchar el apóstol, en esta fase de la batalla, para defender su puesto en la comunidad. Es una carta dramática que revela la hondura del sufrimiento apostólico de Pablo. El fragmento de hoy hay que leerlo e interpretarlo en este marco.

Reflexiones:

1ª: ¡Dialéctica entre fortaleza-debilidad en los ministros del Evangelio!

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne... Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Los apóstoles y todos los ministros del evangelio son embajadores, emisarios del Señor que envía. Toda pretensión de protagonismo está fuera del proyecto del Señor Jesús que es quien ha de ser proclamado. Es la tentación que asaltó y sigue asaltando a los enviados. El Apóstol ha experimentado dos cosas a la vez: la grandeza de la misión, llevamos este tesoro en vasos de barro, y la realidad concreta de los emisarios: rodeados por todas partes de debilidades. En esta carta nos ha dejado Pablo un hermoso y a la vez patético testimonio de la experiencia apostólica mediante la dialéctica que se establece entre la fuerza y la debilidad. La fuerza del Evangelio es irresistible por llevar en su entraña todo el poder de Dios que garantiza su eficacia. Pero Dios ha decidido a lo largo de la historia de la salvación y, en concreto de forma ejemplar, en la misión de Pablo. Fue encargado de llevar el evangelio a la gentilidad; abrir las puertas se la salvación en Cristo a todos los hombres. Desborda, por tanto, todas las posibilidades humanas. He ahí el secreto, la grandeza y el misterio de la misión. Ayer como hoy esta realidad sigue siendo palpitante y consoladora. El éxito final de la empresa depende a la vez de la fidelidad del Dios poderoso y de la fidelidad de los mensajeros. ¡Qué bien expresa plásticamente esta realidad la parábola del sembrador¡

Evangelio: (Marcos 6,1-6)

Marco: es el final de la segunda sección de la primera parte. Toda la primera parte (Mc 1,1-8,27ss) se centra en la actividad de Jesús, el Mesías, por Galilea; la primera sección se terminaba con estas incomprensibles y desconcertantes palabras: “los fariseos y los del partido de Herodes, se reunieron para estudiar el modo de matar a Jesús” (Mc 3,6); Jesús decide retirarse hacia su patria y esta segunda sección termina con el fragmento que proclamamos hoy: “Jesús estaba sorprendido de la falta de fe de aquella gente” (Mc 6,6). Marcos narra con un estilo muy directo y característico, indicando descarnadamente las actitudes de los que le rodean con lo que quedan al descubierto con toda su crudeza. Léase el paralelo de Lc 4,16-30 y Mt 13,53-58 para saborear las coincidencias y diferencias narrativas de un mismo acontecimiento.

Reflexiones:

1ª: ¡Asombro de sus paisanos por el contenido y estilo de su enseñanza!

¡El sábado empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo esto? Estos interrogantes podrían parecernos inverosímiles. ¿No había pasado 30 años en Nazaret? ¿No había participado con sus paisanos en el culto sinagogal, en el trabajo, en los encuentros frecuentes de buen vecindario? ¿Y no captaron ni intuyeron quién podría ser Jesús? Esta escena, como otras muchas que aparecen en el relato evangélico en general, y en el de Marcos en particular, muestra que no es fácil llegar a comprender a Jesús. Su personalidad humana intachable y cercana escondía otra realidad profunda que era necesario descubrir. ¿Entendían los nazaretanos que Jesús era un profeta? En todo caso la actuación del Maestro desbordaba la visión y comprensión que de él se habían formado. Uno de los hilos más firmes del tejido narrativo y teológico de Mc es la insistente pregunta ¿tú, quién eres? Y Marcos trata de ofrecer a sus lectores la respuesta adecuada. Jesús siempre es cercano y desconcertante a la vez, porque no podía ser de otra manera. Entonces y ahora, sigue siendo un interrogante para el hombre actual. ¿Qué significa Jesús para el hombre moderno? ¿qué significa la singularidad y la universidad de Jesús? ¿es verdad que Jesús es a la vez único y universal? Marcos, en su catequesis evangélica, trata de responder a estas preguntas urgentes. Y lo mismo intentaron hacer los otros evangelistas.

2ª: ¡Del asombro al desprecio y a la incredulidad!

No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa... Y se extrañó de su falta de fe. Este dicho de Jesús, cuya autenticidad está fuera de toda duda, es sorprendente y tajante. Ha llamado siempre la atención de los lectores y predicadores así como de los comentaristas. ¿No son los profetas los enviados especiales del Dios Salvador? ¿No son los profetas los intérpretes auténticos y autorizados de la voluntad de Dios para ser aplicada en el desarrollo concreto de la historia? Ciertamente a partir de este encuentro con sus paisanos, Jesús se retira hacia el norte, si nos atenemos al relato de Marcos que es el cañamazo para Mateo y Lucas, acompañado de sus discípulos a quienes sigue instruyendo. Este itinerario, que parece una retirada, culminará con la solemne confesión de Cesarea de Filipo. En el proyecto del evangelio de Marcos este encuentro de Nazaret es esencial y fundamental. Revela dos niveles de acercamiento a Jesús: el natural y movido por intereses humanos y el de su misión movido por otras motivaciones más profundas y universales. Jesús no ha venido al mundo entretenerse en la solución de los problemas de sus paisanos, sino para llevar adelante un plan de salvación para todos los hombres. Ayer como hoy, los verdaderos profetas no son bien acogidos entre los más cercanos. Ayer como hoy, los mensajeros del Evangelio han de estar impulsados por la apertura a todos los hombres de toda raza, condición social o cultura. El Evangelio es para todos los hombres encuentren donde se encuentren. Y es necesario reflejarlo en la misión tanto en el plano de la proclamación como en el del compromiso real y el testimonio vivo en todos los estamentos de la sociedad.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)