XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE LA ACTITUD DE CÓMO VIVIR NUESTRA FE (En Mc 8,27-35)

La actitud fundamental consiste en aceptar con  obras y palabras Quién es Jesucristo para cada uno de nosotros. Por eso Jesucristo les hace esa pregunta existencial a los apóstoles, como hoy nos la hace: “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.

Y como sea nuestra respuesta, así nos encontraremos con la realidad Humano-Divina de Jesús; pues Él y únicamente Él puede darle sentido a nuestra vida y hacer que ella crezca hasta la vida eterna:” Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres  que el de Jesús, por el que nosotros debamos salvarnos”(Hch. 4, 12) . Hoy Jesucristo nos invita a volver a realizar el acto de fe más profundo y radical en su realidad humano-Divina.

A continuación, el mismo Jesús nos enseña la manera cómo crecer en nuestra fe:”El que quiera venir conmigo, que renuncie  a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”: Sin duda nosotros  no somos llamados únicamente a cargar el peso de nuestras cruces, si no  a cargar  la cruz de Cristo (San Agustín, Carta a Leto 243,11), pues cuántos creemos en Él, nos hace capaces de soportar el peso de nuestra cruz apoyados en los dones, que Él mismo nos concede (San Agustín Carta a Leto 2, 5-11 ) . Él mismo Jesús nos enseña a cargar nuestra cruz como el profeta Isaías lo preanuncia, (Is 50,5-9): “Cercano esta a mí el que me hace justicia… Él Señor es mi ayuda, ¿quién se  atreverá a condenarme?”.

Pero el llevar digna y fructuosamente nuestra cruz, implica necesariamente estar apoyados, motivados  por el perdón: perdonar a quién nos haya ofendido; Pedir  perdón a quién hayamos dañado; Pedir perdón por todos nuestros pecados, reparar con obras que nos cuesten realmente, el daño causado por nuestros pecados, como Jesucristo nos dio testimonio  en la cruz:”Padre, perdónales,  porque no saben lo que hacen”(Lc 23,14).

Únicamente después de cargar nuestra cruz, apoyados efectivamente en la actitud  de perdonar, podemos realmente edificar nuestra  salvación: la vida que Jesucristo abiertamente nos promete: “pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi y  por el Evangelio la salvará ”.
La tercera etapa en nuestra conducta de fe nos la enseña claramente el apóstol Santiago (2,14-18):”¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras?”. Es absolutamente indispensable que nuestra fe crezca, se fortifique, se manifieste y madure con obras .

Hermanos, en esta eucaristía renovemos nuestra fe en toda la riqueza Humano-Divina de Jesús; reanimémosla con la decisión firme de perdonar. Y así tengamos la fuerza suficiente para cargar nuestra cruz de cada día. Cruz que  nos dará vida, nos resucitará y nos hará participar realmente en el banquete de los bienaventurados, que consiste  en regocijarnos de la Gloria del Padre, que nosotros ya contemplamos en el Hijo crucificado y resucitado de entre los muertos (San Gregorio de Nisa  Carta a Eunomio  2,6).

† Felpe Padilla Cardona