Ciudad del Vaticano, 20 septiembre 2012 (VIS).-El arzobispo Dominique Mamberti -Secretario para las Relaciones con los Estados y jefe de la delegación de la Santa Sede en la LVI sesión de la Conferencia del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) - intervino el pasado 17 de septiembre en ese foro que tiene lugar en Viena (Austria), del 17 al 21 de septiembre.
“La seguridad mundial no puede basarse en las armas nucleares -dijo el arzobispo- La Santa Sede considera el Tratado para la Prohibición global de los experimentos nucleares (CTBT), una herramienta importante para alcanzar este fin, sin mencionar sus aplicaciones potenciales, civiles y científicas, a través el sistema de Supervisión Internacional (...) La Santa Sede está convencida de que, trabajando juntos, la firma, la ratificación y la entrada en vigor del Tratado representan una aportación significativa para el futuro de la humanidad, así como para la protección de la tierra y del ambiente que el Creador nos ha confiado”.
“Para ello, también la ratificación por parte de todos los países, en particular de las potencias nucleares, de los respectivos protocolos de los Tratados para las zonas libres de armas nucleares es de gran importancia. La Santa Sede reafirma su fuerte apoyo a los esfuerzos para instituir esas zonas en Oriente Medio y tiene confianza en los debates que sobre ese argumento tendrán lugar en Finlandia. Las zonas libres de armas nucleares son el mejor ejemplo de confianza y afirmación de que la paz y la seguridad son posibles sin la posesión de armas nucleares”.
“Un tema importante que atañe no solo a la familia de la AIEA, sino a la familia humana en su conjunto, es la seguridad nuclear (...) Lo ocurrido en la planta nuclear de Fukushima-Daiichi ha revelado con rapidez que una crisis nuclear local es, de hecho, un problema global. También ha puesto de relieve que el mundo está expuesto a peligros reales y sistemáticos, no solo hipotéticos, con costes incalculables y que es necesario poner a punto una coordinación política e internacional, como nunca antes; todo ello plantea numerosas cuestiones”.
“El Programa de cooperación técnica (TCP) de la Agencia es una de las herramientas principales para transferir la ciencia y la tecnología nucleares a los estados miembros para promover un desarrollo social, económico e integral. Estas iniciativas, cuando se basan en las necesidades de los estados beneficiarios (...)ayudan a combatir la pobreza y pueden contribuir a soluciones más pacíficas de los graves problemas de la humanidad”. En el contexto del TCP el prelado citó el papel de la radioterapia en el tratamiento del cáncer, observando, sin embargo que “en los países en desarrollo más de la mitad de los pacientes enfermos de cáncer no pueden acceder a esta terapia a causa de la carencia de instrumentos y personal apropiados” y manifestó el aprecio de la Santa Sede a la OIEA por la “planificación y difusión de programas de control del cáncer” animándola proseguir esta actividad.