Tal vez porque como buena mujer no puede quedarse quieta ni estando allá en el cielo, pero la realidad es más profunda. De las 2400 apariciones marianas formalmente registradas, aunque existan algunas falsas o dudosas, otras como Guadalupe, Lourdes o Fátima son innegables. La Virgen se aparece por tres motivos principalmente. Primero porque Dios sigue hablando a los hombres, y María es la criatura más apta para transmitir sus mensajes. Por ejemplo, en la aparición de Guadalupe la Virgen no pidió ni advirtió nada, sólo quiso expresarnos el amor maternal de Dios. ¿A quién no le conmueven aquellas palabras tan llenas de ternura: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás acaso bajo mi protección y mi sombra?” Segundo, para llamarnos a la conversión. Dios interviene de muchos modos en la historia y uno de ellos es a través de la Virgen. Por ejemplo, el siglo XX ha sido el más sanguinario de la historia y fue también el que más apariciones cuenta, muchas de ellas llamando a la oración y al arrepentimiento. La aparición manifiesta la preocupación de Dios por el destino de la humanidad. Por último, porque la apariciones de María nos ayudan a fortalecer y confirmar nuestra fe tan sedienta de signos sensibles.
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