“Que difícil va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios”
Tema general: La sabiduría y el seguimiento de Jesús son valores que superan todos los demás. La posesión de la sabiduría y el seguimiento de Jesús relativizan y proporciona la clave para el discernimiento de los otros valores humanos o materiales.
Los bienes materiales son valores y tienen su sentido, pero no son absolutos. El hombre no puede poner en ellos su esperanza definitiva. Son valores para ser utilizados y contribuyen al desarrollo temporal de los hombres, pero no son la esperanza auténtica de los hombres.
Primera lectura: Sabiduría 7, 7-11.
Marco: Sb 6-9 están dedicados al elogio de la Sabiduría. Este conjunto ofrece una cuidada reflexión sobre las características y valores de la Sabiduría. Es una criatura privilegiada de Dios y con rasgos casi personalizados que anticipa la reflexión cristiana sobre Jesús Sabiduría.
Reflexiones:
¡La Sabiduría es un valor inestimable e incomparable!
Invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría... En su comparación tuve en nada la riqueza. Sabemos que en el pensamiento hebreo, recogido y transmitido en la Sagrada Escritura, podrían distinguirse dos corrientes igualmente antiguas, independientes y al principio paralelas, pero que se encuentran y se fusionan al término de su evolución, al que pertenece, entre otros, el Libro de la Sabiduría. Una corriente nace del buen sentido, de la experiencia y de la observación, se desarrolló en sus comienzos en los ambientes laicos, posteriormente en las escuelas de sabios. La sabiduría aparece esencialmente racional y práctica. Es la que presentan las más antiguas colecciones sapienciales israelitas y que se ha mantenido hasta época muy reciente, aunque hayan absorbido cada vez más elementos de la segunda corriente de pensamiento. La segunda corriente nace de la fe en un solo Dios, siendo la sabiduría una prerrogativa propia suya y que es comunicada a los hombres como una gracia especial. Se encuentra entre los profetas, por lo que se puede llamar corriente profética. Se fusionan las dos corrientes en los libros sapienciales más recientes como Job y Sabiduría. La sabiduría es entendida como una realidad de origen divino, análogo al Espíritu de Dios y frecuentemente puesta en relación con éste y al final se identifica prácticamente con él. De este modo sabemos que la sabiduría de que nos habla la Escritura es la conjunción armoniosa de un don de Dios gratuito y generoso y una aportación reflexiva del hombre que interpreta e ilumina la experiencia. Este don se recibe como fruto de la oración. La verdadera sabiduría es gratuita. Por su origen y por su eficacia es muy superior a todos los valores y riquezas humanos. Así se comprende que en el fragmento que proclamamos hoy se elogie y pondere tanto el valor de la sabiduría. En una época que nos encontramos invadidos por la practicidad y la eficacia como fuentes de bienestar y riqueza a la vez que como criterio referencial, es necesario volver la mirada a la verdadera sabiduría para que el hombre encuentre el sentido de su vida sobre la tierra en sus múltiples actividades y el sentido de su trascendencia. Hoy como ayer y, acaso más que ayer, el hombre necesita la luz de la verdadera sabiduría para sopesar los bienes temporales sin perder la esperanza de los venideros que le ayudarán a realizarse plenamente.
Segunda lectura: Hebreos 4,12-13.
Marco: Hb 3-5 contempla a Jesús como digno de crédito y misericordioso. Los versículos que proclamamos hoy puede también entenderse como un elogio de la Palabra de Dios.
Reflexiones:
¡La palabra de Dios es como una espada discriminatoria!
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante... La imagen de la Palabra considerada como una espada que penetra hasta la hondura del ser humano procede de la tradición veterotestamentaria. Son especialmente expresivos algunos textos de Ezequiel 21: ¡Una espada, una espada! Está afilada y bien bruñida. Sabemos que la interioridad del hombre es descrita recurriendo al corazón. Cuando leemos en la Escritura que el corazón es atravesado por la espada de la palabra de Dios entendemos tanto el entendimiento, como la voluntad y la sede de los sentimientos más nobles del hombre. La Palabra de Dios ilumina y mueve. Pero sobre todo actúa y mueve. Es dinámica y transformadora. La espada de la palabra somete al hombre a un constante discernimiento interior en busca de la verdad de Dios y la verdad de su vida y su sentido. La escena, que tan popular y gráficamente encontramos en el relato del paraíso, ilumina plásticamente esta tarea: el hombre es sometido a una decisión fundamental en su vida eligiendo entre la Palabra de Dios (no comas) y su inclinación profunda a tomar y comer el árbol de la ciencia del bien y del mal. Leemos en ese relato la reflexión cuidada y madura de su autor que ha observado la historia del hombre y sus relaciones con la palabra de Dios. Hoy también sigue siendo una instancia imprescindible el recurso a la Palabra de Dios que discierne sin chantajes de ningún género.
Tercera lectura: Marcos 10,17-30.
Marco: La instrucción iniciada en Mc 9,33-37 concluye con este relato del encuentro de Jesús con un hombre piadoso y de buena voluntad. Se trata de un conjunto armónico, aunque compuesto de unidades más pequeñas, que tienen como tema común el desprendimiento de las riquezas, sus dificultades y su recompensa. La esperanza de los discípulos, y de los hombres, no puede asentarse en las riquezas. Esta esperanza tiene un proyecto por delante mucho más ambicioso y trascendente. Jesús recoge la experiencia humana de todos los tiempos: las riquezas proporcionan, en el mejor de los casos, un bienestar temporal, pero no trasciende los límites del tiempo.
Reflexiones:
1ª: ¡Se atesora dando y compartiendo!
Anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego sígueme A estas palabras él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. En estos versículos el evangelista quiere decir algo a la comunidad acerca de la postura frente a las posesiones, frente a las riquezas y a la pobreza. Marcos ha reunido varios fragmentos que la tradición evangélica atribuye a Jesús formando con ellos una unidad mayor, en la que pueden reconocerse tres partes: el encuentro de Jesús con un hombre rico (17-22); el diálogo de Jesús con sus discípulos acerca del impedimento que representan las riquezas para alcanzar el Reino de Dios (23-27); la pregunta de Pedro sobre la recompensa del seguimiento en pobreza y la respuesta de Jesús (28-31). El encuentro de Jesús con el joven rico ha preocupado mucho a los expositores, principalmente por lo que atañe al problema de los consejos evangélicos. ¿Se trata de proponer un camino “superior” para algunos que ya practican los mandamientos o se trata de una invitación general para todos los discípulos de Jesús? Es necesario recordar que en la tradición bíblica la riqueza y la salud son signos de la bendición divina. Ciertamente este episodio, como el del mandamiento principal, son una invitación universal porque se dirige a los discípulos. El joven practica desde muy niño los mandamientos, pero es necesario un paso más. Jesús advierte del peligro de las riquezas, señalando a la vez la recompensa del desprendimiento. Con su respuesta al hombre rico, dispuesto siempre a acumular, incluso tratándose de méritos y prácticas religiosas, Jesús hace ver a sus discípulos que la vida eterna no se asegura añadiendo, sino más bien restando, vendiendo, dando, hasta quedar totalmente despojado, aligerado y libre para el seguimiento. Jesús no habla de cantidades ni de números, simplemente invita, advierte, exhorta, promete. La salvación no es una conquista humana. Es un don gratuito de la misericordia divina. Jesús advierte del poder de las riquezas que pone en peligro la salvación. El ejemplo del hombre rico que, por causa de las riquezas, se negó a seguir a Jesús, ilustra ese peligro que acecha a todos los hombres desde sus posesiones. En ese caso tiene un alcance típico y puede hablar a los hombres de todos los tiempos. Es una realidad que alcanza a todos los discípulos de Jesús, aunque para algunos será una opción radical de por vida. Ciertamente ante esta invitación de Jesús no todos están obligados a la misma respuesta, pero sí a poner especial atención al peligro de las riquezas que pueden comprometer la consecución de la vida eterna. Esta postura encaja perfectamente con la trayectoria de Jesús: sus actitudes, comportamiento y mensaje. . Todo es bueno y todo puede ser utilizado por el hombre, pero atendiendo a la realidad humana es necesario tener siempre presente esta exigencia de Jesús. Hoy como ayer sigue siendo un evangelio vivo, comprometedor y consolador.
2ª: ¡Es necesario asentar la esperanza sobre sólido fundamento!
¡Qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!
Es probable que Marcos haya integrado en su escrito dos afirmaciones que originalmente eran independientes. La primera afirmación sería: ¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Marcos recoge la reacción de los discípulos que se quedaron asombrados ante las palabras de Jesús. La insistencia de Jesús, que matiza el sentido anterior, afirma: ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios al que pone su esperanza en el dinero!. Los bienes de este mundo han de ser utilizados con mesura y con un gran sentido de justicia, sobriedad y solidaridad. No pueden constituir la última esperanza del hombre que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. El hombre pose una dignidad muy superior a todos los bienes materiales. Jesús nos advierte severamente del peligro de tergiversar los valores. Y esta oferta la hará definitivamente en la Cruz. Los discípulos de Jesús no se pueden desentender de las realidades terrenas, cierto. No solamente no deben desentenderse, sino que han de asumir su propio compromiso temporal en medio del mundo. Pero están en medio de él como una instancia crítica que ha de hacerse visible y creíble. Este equilibrio entre compromiso y esperanza superior y trascendente es una de las grandes tareas de la comunidad cristiana en medio del mundo. Y también este aspecto sigue siendo una urgencia en nuestro mundo actual. Al final hay un consuelo y una recompensa: para Dios nada hay imposible y quien sabe situar y explotar los bienes en su plano y utilizarlos en la medida adecuada se abren a la vida eterna como recompensa final. Y esta recompensa hemos de conseguirla todos juntos.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)