2012-11-04 L’Osservatore Romano
La muerte no rompe el vínculo y el diálogo con los seres queridos que nos han dejado. Fue la afirmación de Benedicto XVI en la homilía de la misa celebrada en la basílica vaticana el sábado 3 de noviembre en sufragio de los cardenal y obispos fallecidos durante el año. “Los lugares de la sepultura —constató— constituyen una especie de asamblea en la que los vivos se encuentran con sus difuntos y afianzan los vínculos de una comunión que la muerte no ha podido interrumpir”. En esta perspectiva el Pontífice dirigió el pensamiento a los purpurados y prelados difuntos, definiéndoles “amigos del Señor que, confiando en su promesa, en las dificultades y también en las persecuciones conservaron la alegría de la fe y ahora viven para siempre en la casa del Padre y gozan de la recompensa celestial”. El Papa subrayó en particular su “preciosa contribución a la época post-conciliar” y “el ejemplo de diligente vigilancia, de prudente y celante dedicación al Reino de Dios”.