GUARDAR EN EL CORAZÓN LA PALABRA DE JESÚS, EL PAPA EN EL ÁNGELUS

2012-11-04 Radio Vaticana
(RV).- La actitud ante la Palabra de Dios “ha de ser escucharla, meditarla y guardarla en el corazón”, afirmó el Papa en el saludo a los peregrinos de lengua española reunidos en la plaza de San Pedro. Con ellos y tantos otros peregrinos venidos de diversas partes del mundo, rezó la oración dominical del Ángelus, desde la ventana de su estudio.

Después de saludar en particular a los profesores y alumnos del Instituto Bioclimático, de Badajoz, el Sucesor de Pedro reflexionó sobre el Evangelio que se proclama el 31 domingo de la liturgia: “Con el mandamiento del amor que se proclama hoy en el evangelio, Jesús nos indica cuál ha de ser nuestra actitud ante su Palabra: escucharla, meditarla y guardarla en el corazón, haciendo de nuestra vida un testimonio gozoso y continuo de caridad.”
El Obispo de Roma, concluyó su saludo rogando: “Que la Virgen María, Madre del Amor hermoso, sea para todos modelo de constancia y fidelidad en el bien obrar. Feliz domingo”.

Jesús encarna la unidad a amor de Dios y al prójimo

Benedicto XVI en su reflexión en italiano, previa a la oración del ángelus, pidió “que todo cristiano sepa mostrar su fe en el único verdadero Dios con un límpido testimonio de amor hacia el prójimo”. Después de explicar que los santos –celebrados todos recientemente en una única fiesta solemne, “son propiamente aquellos, que, confiando en la gracia de Dios, buscan vivir según esta ley fundamental. En efecto, el mandamiento del amor lo puede poner plenamente en práctica quien vive una relación profunda con Dios, así como el niño aprende a amar a partir de una buena relación con la madre y el padre”.

Sobre este aspecto citó a San Juan de Ávila que dice que “la causa que más empuja nuestro corazón al amor de Dios es considerar profundamente el amor que Él ha tenido por nosotros…”

Esto más que los mismos beneficios, empuja el corazón a amar; porque aquel que ofrece a otro un beneficio, le da algo que posee; pero aquel que ama se da así mismo con todo lo que tiene, sin que le queda nada más que dar» (n. 1). Antes de ser un mandato, el amor es un don, una realidad que Dios nos hace conocer, experimentar, de manera que como una semilla, que pueda germinar incluso dentro de nosotros y desarrollarse en nuestra vida.

El Santo Padre expresó que “si el amor de Dios ha metido raíces profundas en una persona, ésta esta en grado de amar incluso a quien no lo merece, como justamente hace Dios hacia nosotros”, para concluir que “la misma Persona de Jesús y todo su misterio encarnan la unidad del amor a Dios y al prójimo”.
jesuita Guillermo Ortiz- RV