QUIEN SE EQUIVOCA TAMBIÉN MERECE SER AMADO

2012-11-05 L’Osservatore Romano
Cuando el amor a Dios echa raíces en el corazón el hombre se hace capaz de amar también a quien no lo merece. Así lo subrayó el Papa en el Ángelus del domingo 5 de noviembre, en la plaza de San Pedro, relanzando la enseñanza evangélica de Jesús “sobre el mandamiento más grande: el mandamiento del amor, que es doble: amar a Dios y amar al prójimo”.

Benedico XVI recordó que sólo “quien vive en una relación profunda con Dios” puede poner en práctica plenamente el mandamiento del amor: “Precisamente como el niño se hace capaz de amar a partir de una buena relación con la madre y el padre”, explicó. Antes que un mandato el amor “es un don, una realidad que Dios nos hace conocer y experimentar, de forma que, como una semilla, pueda germinar también dentro de nosotros”.

“De Dios aprendemos a querer siempre y sólo el bien y jamás el mal”, añadió, apuntando que “el padre y la madre no aman a sus hijos sólo cuando lo merecen: les aman siempre, aunque naturalmente les señalan cuándo se equivocan”. Igual es para el cristiano, llamado a mirar al otro no sólo con sus propios ojos, sino “con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo”. Una mirada “que parte del corazón y no se queda en la superficie; va más allá de las apariencias y logra percibir las esperanzas más profundas del otro”.

Así que el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo, siguiendo la enseñanza de Jesús, que “no inventó ni el uno ni el otro, sino que reveló que aquellos son, en el fondo, un único mandamiento, y lo hizo no sólo con la palabras, sino sobre todo con su testimonio”.