TRES VÍAS AL CONOCIMIENTO DE DIOS: MUNDO, SER HUMANO Y FE

Ciudad del Vaticano, 14 noviembre 2012 (VIS).-Tres vías al conocimiento de Dios (el mundo, el ser humano y la fe) ha sido el tema de la catequesis de Benedicto XVI durante la audiencia general de los miércoles, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI.

“Debo mencionar, sin embargo, -ha comenzado el Santo Padre- que la iniciativa de Dios siempre precede a cualquier iniciativa del hombre, y también en el camino hacia El, es el primero que nos ilumina, nos guía y nos conduce, respetando nuestra libertad (...) Dios no se cansa de buscarnos, es fiel al hombre que ha creado y redimido, se mantiene cerca de nuestras vidas, porque nos ama. Es una certeza que nos debe acompañar todos los días”.

“Hoy, como sabemos, no faltan dificultades y pruebas para la fe, a menudo poco entendida, contestada, rechazada (...) En el pasado, en Occidente, en una sociedad considerada cristiana, la fe era el ambiente en el que nos movíamos, la referencia y la adhesión a Dios eran, para la mayoría de las personas, parte de la vida cotidiana. El que no creía era, más bien, el que sentía la necesidad de justificar su incredulidad. En nuestro mundo, la situación ha cambiado y, cada vez más, el creyente debe ser capaz de dar razón de su fe (...) En nuestro tiempo hay un fenómeno particularmente peligroso para la fe: una forma de ateísmo que podríamos definir "práctico", que no niega las verdades de la fe o los rituales religiosos, sino que, simplemente, considera unas y otros irrelevantes para la existencia cotidiana, separados de la vida, inútiles. A menudo, se cree en Dios de una manera superficial, pero se vive "como si Dios no existiera" . Sin embargo, esta forma de vida resulta todavía más destructiva, porque lleva a la indiferencia hacia la fe y hacia la cuestión de Dios”.

“En realidad, el hombre separado de Dios, -ha afirmado el pontífice- se reduce a una sola dimensión, la horizontal y, precisamente, este reduccionismo es una de las causas fundamentales de los totalitarismos que han tenido consecuencias trágicas en el siglo pasado, así de como la crisis de valores que vemos en la realidad actual. Si se oscurece la referencia a Dios, se oscurece el horizonte ético”.

Frente a este cuadro, la Iglesia, “fiel al mandato de Cristo, no cesa de afirmar la verdad sobre el hombre y su destino. ¿Qué respuestas, está llamada a dar la fe con "delicadeza y respeto", al ateísmo, al escepticismo y la indiferencia sobre la dimensión vertical, para que la humanidad de nuestro tiempo siga interrogándose sobre la existencia de Dios y recorriendo los caminos que conducen a Él? Me gustaría señalar -ha apuntado el Santo Padre- algunos caminos que se derivan, tanto de la reflexión natural, como de la misma fuerza de la fe: el mundo, el hombre y la fe”.

Sobre la primera de estas vías, el mundo, el Papa ha subrayado que habría que “recuperar y devolver al hombre contemporáneo la posibilidad de contemplar la creación, su belleza, su estructura. El mundo no es un magma informe; cuanto más lo conocemos, y más descubrimos sus maravillosos mecanismos, más vemos un diseño, una inteligencia creadora. Albert Einstein decía que en las leyes de la naturaleza "se revela una razón tan superior que toda la racionalidad del pensamiento y de las leyes humanas es, a su lado, un reflejo absolutamente insignificante".

Para ilustrar el segundo camino, el ser humano, Benedicto XVI ha citado el Catecismo de la Iglesia Católica “Con su apertura a la verdad y a la belleza, su sentido del bien moral, su libertad y la voz de la conciencia, con su sed de infinito y de felicidad, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios”.

Por último, la fe. “Quien cree - ha dicho el Papa- está unido a Dios, está abierto a su gracia, a la fuerza de la caridad (...) y su fe no tiene miedo de mostrarse en la vida cotidiana, está abierta al diálogo que expresa profunda amistad por el camino de cada hombre, y sabe cómo encender luces de esperanza para la necesidad de rescate, de felicidad, de futuro. La fe, de hecho, es un encuentro con Dios que habla y actúa en la historia (...) Un cristiano, una comunidad laboriosa y fiel al designio de Dios, que ha sido el primero en amarnos, son una vía privilegiada para los que viven en la indiferencia o la duda acerca de su existencia y de su acción”.

Hoy en día, “muchos tienen una concepción limitada de la fe cristiana, porque la identifican con un mero sistema de creencias y valores, y no tanto con la verdad de un Dios que se ha revelado en la historia y está deseoso de comunicar con el ser humano,de tú, a tú,(...) En realidad, el fundamento de toda doctrina o valor es el acontecimiento del encuentro entre el hombre y Dios en Cristo Jesús. El cristianismo, antes que una moral o una ética, es el acontecimiento del amor, es acoger a la persona de Jesús”, ha finalizado Benedicto XVI.