XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE LA MÁS GRANDE REALIZACION DE NUESTRA ESPERANZA, QUE ES SU SEGUNDA VENIDA (Mc. 13, 24-32)

Escrito por: S.E. Don Felipe Padilla Cardona

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá.

Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y Él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.

Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre".

Primeramente Jesús nos enseña a interpretar el género apocalíptico en que está descrita su segunda venida, es decir, se debe interpretar según el significado que contiene la narración, y no de acuerdo a una cronología especifica (San Victorino de Pettau, Comentario al Apocalipsis 11, 5); entender su significado a la luz de Cristo y de la Iglesia que iluminan nuestra vida (San Ambrosio, Exposición del Evangelio según San Lucas 10, 37-38); pues el que los ángeles del cielo ni el Hijo del Hombre lo sepan, significa que él no quería hacérnoslo conocer, y no era conveniente para nuestra salvación (San Agustín, La Trinidad 11, 23-12, 23).

Más bien Jesucristo nos habla de que los grandes beneficios de su resurrección llegan a su culminación, y nuestra fe y nuestra esperanza obtienen su plena realización, pues todos los que hemos sido fieles a nuestro Padre Dios y a Jesucristo, seremos inmersos en la gloria y en la luz de Dios. Esta segunda venida de Jesús lo que menos trata es de infundir miedo en nosotros, pues allí veremos y gozaremos plenamente del amor misericordioso de Dios Padre. Para conseguir y hacer realidad esta esperanza y misericordia de Dios, necesitamos superar junto con Cristo, todas las dificultades y persecuciones, normales en nuestra vida terrenal, porque nuestro destino después de la muerte es más bien la realización de ella en Dios, para todos aquellos que sufrimos por la justicia y la verdad.

El vivir junto con Dios que anhela nuestra fe y busca ansiosamente nuestra esperanza, está apoyada en la eficacia infinita del sacrificio de Cristo: “Cristo, en cambio ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios” (Heb. 10, 11-14. 18). Llevándonos con él. Eficacia infinita porque llega a lo más profundo del ser humano, destruyendo radicalmente el pecado, que nos impide e impedirá ser partícipes de esta grande esperanza, y que nos santifica, es decir, nos acerca a Dios, que de una manera efectiva y perfecta, pues nos transformará y nos hará capaces de gozar plenamente los frutos de la resurrección en la presencia cercanísima de Dios Padre.

Hermanos construyamos esta esperanza y esta culminación de nuestra fe, por medio de nuestras acciones de solidaridad y justicia en esta vida. Sólo así esta segunda venida del Señor que esperamos confiadamente, pondrá en movimiento todas nuestras fuerzas positivas: personales y comunitarias para construir la civilización del amor, originada, acompañada y realizada únicamente en Cristo y en nuestra Iglesia.

† Felipe Padilla Cardona.