EL ROSTRO UNIVERSAL DE LA IGLESIA

2012-11-25 L’Osservatore Romano
Seis nuevos rostros representan la diversidad de la universalidad de la Iglesia, como lo expresa el Colegio cardenalicio. Se ha servido de esta imagen Benedicto XVI para confirmar la actualidad de la «regla de la verdad» contenida en la profesión de fe que cada cristiano recibe en el momento del bautismo: «Creo en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica». En su alocución durante el consistorio público del sábado 24 de noviembre el Pontífice, deteniéndose en el significado del término «católica», subrayó los rasgos esenciales de la identidad de la Iglesia católica, es decir, que «abraza todo el universo».

En particular, hizo hincapié en la común pertenencia a la única Iglesia que «es Iglesia de todos los pueblos» porque Jesús envió a los apóstoles «no a un grupo – explicó el Papa recordando la enseñanza del Concilio– sino a la totalidad del género humano para reunirlo, en la fe, en un único pueblo con el fin de salvarlo». La universalidad de la Iglesia «proviene de la universalidad del único plan divino de salvación del mundo». La misión de los apóstoles y de todos los discípulos de Cristo, por lo tanto, está dirigida a todos los hombres y prescinde de todo particularismo de culturas, etnias, nacionalismos o religiones, «para formar así el único Pueblo de Dios». Por eso la Iglesia, ha repetido Benedicto XVI, «no es tanto una comunidad local que crece y se expande lentamente, sino que es como levadura destinada a lo universal». Esta es «la Iglesia de Pentecostés, que en la polifonía de las voces eleva un canto único y armonioso al Dios vivo». En el simbolismo de los gestos que se repiten en el consistorio –el juramento de fidelidad, la entrega de la birreta roja y del anillo– está indicada la fisonomía que asumen los nuevos cardenales en la Iglesia. «Seréis –reafirmó el Papa dirigiéndose a los neopurpurados– mis preciosos colaboradores, ante todo en el ministerio apostólico para la catolicidad entera, como Pastor de toda la grey de Cristo y primer garante de la doctrina, de la disciplina y de la moral».