A raíz del libro del Papa Benedicto sobre la infancia de Jesucristo, algunos se han aventurado a hacer afirmaciones sacando de contexto las palabras del Papa. La primera que dio la vuelta al mundo fue una referencia sobre la mula y el buey en el portal de Belén. Provoca hilaridad que le hayan dado tanta importancia al buey en un libro que sin duda rebosa teología y espiritualidad. La segunda tiene que ver con la virginidad de María. ¿Cómo podemos descubrir la pureza espiritual y física de María?
En la larga genealogía de San Mateo se dice siempre: Fulano engendró a Zutano. Y al llegar a José, no dice que engendró a Jesús, sino que dice: “Jacob engendró a José, esposo de María, de la que nació Jesús”, dejando claro que José no engendró a Jesús.
Las dudas de José confirman la concepción virginal de María, pues cuando él vio las señales externas del embarazo de su mujer, sabiendo que aquello no era suyo, le entraron tremendas dudas ante lo que sus ojos le evidenciaban.
Si la Virgen María hubiera tenido otros hijos, Jesús en la cruz no se la hubiera encargado a Juan, sino a ellos. Y el no. 499 del catecismo lo confirma: “La liturgia de la Iglesia celebra a María como la “siempre-virgen”.