CONSTRUCTORES DE PAZ

2012-12-15 L’Osservatore Romano
Un pequeño vademécum para el compromiso de los católicos en la vida social, económica y política, basado en el programa de las bienaventuranzas: es el mensaje de Benedicto XVI para la próxima Jornada mundial de la paz, que se celebra el 1 de enero de 2013.

Presentado el 14 de diciembre por la mañana en la Oficina de información de la Santa Sede, el documento del Papa se propone como un instrumento de reflexión para superar los “sangrientos conflictos aún en curso” y “los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado”.

No faltan, en el análisis del Pontífice, alusiones al terrorismo y a la criminalidad internacional, a los fundamentalismos y a los fanatismos, “que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión”, y sobre todo al drama del hambre, porque la crisis alimentaria —recuerda Benedicto XVI— es “mucho más grave que la financiera”.

La respuesta a estos desafíos está, precisamente, en las bienaventuranzas evangélicas, gracias a las cuales —para el Pontífice— es posible edificar una sociedad “basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia”. Pero para que esto suceda, hay que desmantelar la dictadura del relativismo, con su corolario de una moral totalmente autónoma de la ley natural “inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre”. Además, la verdadera paz es “don de Dios y obra del hombre”. Por ello el Pontífice propone un “nuevo modelo económico” que sustituya al “que ha prevalecido en los últimos decenios”, son su errónea búsqueda de la “maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad”. El que desea el Papa se basa, en cambio, en la fraternidad y la participación, en la gratuidad y en la lógica del don.