Posadas y Navidad

Escrito por Mons. Rodrigo Aguilar Martínez

Inicio con unas preguntas: ¿Qué significan para usted las Posadas? ¿Cómo se prepara a la Navidad?

Las Posadas están muy arraigadas en la cultura mexicana. La Navidad, en la cultura de muchas naciones.

Pero tanto las Posadas como la Navidad han ido cambiando de significado. Se han ido secularizando. De un contexto y una vivencia profundamente religiosa, están pasando a ser una celebración ajena a lo religioso. Para muchas personas, ahora las posadas son fiesta profana, sin ningún momento de oración y hasta con manifestaciones en contra del espíritu religioso. La Navidad se ha convertido en una cena muy especial, con intercambio de regalos, o sencillamente con el anhelo de pasarla bien, que no es de suyo malo, pero sin trascendencia espiritual.

Invito a usted a que nos unamos en el rescate del significado genuino de las Posadas y de la Navidad en nuestro entorno familiar y social. Todavía quedan algunos días de Posadas y que en verdad sean de preparación a la Navidad con el Niño Jesús. Oremos con María y José, con ellos pidamos posada, a ellos demos posada. Y que expresemos esto explícitamente en nuestra atención y ayuda a muchas personas desempleadas, ancianas, solas, a muchos migrantes, todos ellos pidiendo de diversas maneras posada.

Que la fiesta de familia, de amigos, las canciones, el bullicio, la cena, el intercambio de regalos, todo gire en torno a la expectativa de recibir a Jesús y a la profunda alegría de que nazca y permanezca entre nosotros, compartiendo lo que somos y tenemos con los demás, especialmente con los más necesitados.

Los adultos tenemos una grave obligación en relación a las nuevas generaciones; pero no sólo para enseñarles, sino también para aprender de los niños, los adolescentes y los jóvenes que se apasionan por Jesucristo, de modo que nos dejemos contagiar por ellos y nos ayuden a renovarnos. Especialmente la relación familiar, esa relación cordial y cálida entre adultos y pequeños, es formidable para compartir e intercambiar nuestras vivencias del Niño Dios que está por nacer.

Que la muy arraigada devoción al Niño Dios no se quede en una imagen, sino que ésta sea el signo visible y tangible de quien en la fe vemos presente en la Eucaristía y, desde ahí, en tantos momentos y situaciones de cada día y en la relación con las personas. Jesús es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Dispongámonos, pues, con respeto, humildad y también con regocijo, a celebrar la Navidad con Jesús.

+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán

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Nacional