Quien defiende a Dios defiende al hombre

2012-12-22 L’Osservatore Romano
«Cuando se niega a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre». Mientras que «quien defiende a Dios, defiende al hombre». Parte de este doble convencimiento el tradicional discurso del Papa a los miembros del Colegio cardenalicio, de la Curia romana y de la Gobernación durante la audiencia navideña que tuvo lugar el viernes 21 de diciembre en la sala Clementina.

Un encuentro que, como es costumbre, ha sido la ocasión para hacer un balance pastoral de un año «caracterizado —ha señalado el Pontífice— por muchas situaciones difíciles, de grandes cuestiones y desafíos, pero también de signos de esperanza». Entre estos últimos, los viajes a México y a Cuba, donde Benedicto XVI ha vivido «encuentros inolvidables, con la fuerza de la fe, con la alegría por la vida que surge de la fe». En el signo de la esperanza, también otros dos viajes internacionales realizados en 2012 —el de Milán, para el Encuentro mundial de las familias, y el de Líbano para la entrega de la exhortación apostólica postsinodal «Ecclesia in Medio Oriente»— y el Sínodo sobre la nueva evangelización, que ha marcado el inicio del Año de la fe. Ocasiones en las cuales «se han tocado temas fundamentales de nuestro momento histórico: la familia, el servicio a la paz en el mundo y el diálogo interreligioso, así como el anuncio del mensaje de Jesucristo en nuestro tiempo a quienes aún no lo han encontrado, y a tantos que lo conocen sólo desde fuera y precisamente por eso, no lo re-conocen».

En relación al primer tema, Benedicto XVI constata que «la familia es fuerte y viva también hoy», si bien es innegable la crisis que la amenaza, especialmente en el mundo occidental. «Me ha llamado la atención —ha confesado— que en el Sínodo se haya subrayado repetidamente la importancia de la familia como lugar auténtico en el que se transmiten las formas fundamentales del ser persona humana. Se aprenden viviéndolas y también sufriéndolas juntos. Así se ha hecho patente que en el tema de la familia no se trata únicamente de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo». De ello derivan «desafíos complejos», como «la capacidad del hombre de comprometerse». Porque con el rechazo de los vínculos familiares «desaparecen también las figuras fundamentales de la existencia humana: el padre, la madre, el hijo; decaen dimensiones esenciales de la experiencia de ser persona humana».

Respecto al tema del diálogo y del anuncio, el Papa pone de relieve cómo la Iglesia representa «la memoria de ser hombres ante una cultura del olvido». Por ello, «en el diálogo con el Estado y la sociedad» ella, incluso no teniendo «soluciones ya hechas para cada uno de los problemas», trabaja «junto con otras fuerzas sociales para las respuestas que se adapten mejor a la medida correcta del ser humano». Lo que la Iglesia «ha reconocido como valores fundamentales, constitutivos y no negociables de la existencia humana, lo debe defender con la máxima claridad. Ha de hacer todo lo posible para crear una convicción que se pueda concretar después en acción política». Y en este sentido también «el diálogo de las religiones es una condición necesaria para la paz en el mundo y, por tanto, es un deber para los cristianos, y también para las otras comunidades religiosas». Por último, Benedicto XVI hizo alusión al tema de la nueva evangelización poniendo de relieve cómo el anuncio debe suscitar la «santa curiosidad de conocer a Jesús más de cerca».