La Navidad: Tiempo de Alegría Cristiana en la Vivencia de nuestra Fe

Escrito por Mons. Rogelio Cabrera López

Mensaje de Navidad 2012

“Les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: Hoy ha nacido el Salvador”. Lc 2, 10-11

En nuestro corazón, siguen resonando estas palabras que el Ángel dijo a los pastores en Belén, y que adquieren especial relevancia en este hermoso tiempo de Navidad; que en esta ocasión vivimos dentro del Año de la fe, proclamado por el Santo Padre Benedicto XVI.

Hermanas y hermanos de esta Iglesia peregrina en Monterrey: La Navidad es un tiempo providencial para fortalecer la alegría de nuestra fe cristiana. Necesitamos vivir la sencillez con la que aquellos pastores se acercaron al pesebre y descubrieron en el Niño al Mesías esperado.

El tiempo de preparación, el Adviento, ha terminado. Al llegar la Navidad se nos invita a proclamar, desde la vivencia de nuestra fe cotidiana, la alegría de sentirnos arropados por nuestro Dios, que nos ha enviado a su Hijo, para darnos vida nueva, para “compartir en todo nuestra condición humana, menos en el pecado” (Plegaria Eucarística IV). Este acontecimiento, en el que Cristo se hace hombre, da gloria infinita al Padre.

La Natividad del Señor, por tanto, debe regocijarnos, hacernos saltar de alegría, ya que nuestro Creador nos ha manifestado su infinita ternura al socorrer a nuestra débil naturaleza, tan dañada por el pecado, enviándonos el mejor regalo que los hombres de todos los tiempos podemos recibir: a su Hijo Unigénito (cfr. Jn 3,16).

Es en la presencia del Niño que nace en Belén, que podemos entender la gracia infinita del Padre, esa luz que resplandece y nos hace gozarnos en el Señor. Ese Niño quiere nacer en cada corazón, en cada familia, en cada uno de los miembros de esta Iglesia, y aún en los no creyentes que caminan en el mundo llenos de buena voluntad (Cfr. Lc 2,14).

No debemos permitir que la Navidad sea vista como un suceso aislado en la historia de la humanidad, algo perteneciente al pasado. La Navidad es una realidad permanente, siempre actual. Dios mismo viene a nuestro encuentro en su Hijo muy amado, para liberarnos de toda esclavitud, para manifestarnos la grandeza de su amor, para darnos a conocer que el Reino de los cielos ya está entre nosotros (cfr. Lc 17, 21b).

En esta primera Navidad que Dios nos permite vivir juntos, quiero invitarles a que, como buenos cristianos, conscientes de nuestra misión en el mundo, no nos olvidemos de todos aquellos que, por algún motivo, se han alejado de Dios, y tal vez de nuestro propio entorno familiar.

Aquellos hermanos y hermanas nuestras que, sumergidos en el desaliento, en la falta de fe y amor fraterno, se sienten derrotados o deprimidos. Muchos de ellos quisieran que estos días pasaran lo más rápido posible, ya que su misma situación les impide ver, y aprovechar, la gran riqueza de lo que celebramos.

Es tiempo de manifestarles la alegría de nuestra fe con gestos concretos. Les exhorto a que, con auténtico espíritu y caridad cristiana, vayamos a su encuentro, en donde sea necesario, y les brindemos gestos de perdón, de respeto y paciencia. A que aprendamos a aceptarnos, como Cristo mismo lo hace, y nos comprometamos a vivir como verdaderos cristianos a lo largo de todo el año, a lo largo de todo el tiempo que Dios nos permita peregrinar por este mundo.

El testimonio de nuestra fe, será nuestro mejor aliado en esta noble tarea que Cristo mismo nos invita a vivir. Él, ya ha dado testimonio, al nacer y dar su vida para nuestra salvación; ahora nos corresponde a nosotros, pueblo de Dios y pastores, continuar esta maravillosa obra de amor, “hasta el día en que nos encontremos con Él, santos entre los santos del cielo” (Plegaria de la Reconciliación I).

Sinceramente, les deseo que esta Navidad sea un gran momento, personal y familiar, que prolonguemos a lo largo de nuestra vida, compartiendo la alegría de nuestra fe, siendo un nuevo pesebre en el que Jesús venga a nacer.

Imploro a la Sagrada Familia de Nazaret su intercesión por todas las Familias de nuestra Iglesia de Monterrey y del mundo entero.

Para todos, mi oración y bendición.

¡Feliz Navidad!

+Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
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