“De ti, Belén, la más pequeña de las aldeas de Judá, saldrá el jefe de Israel”

Escrito por Mons. Carlos Aguiar Retes

Homilía del Cuarto Domingo de Adviento

El profeta Miqueas, al hacer este anuncio, subraya como , de la más pequeña de las poblaciones, de Judá, de allí saldrá el jefe de Israel. Miqueas habló cerca de siete siglos antes del nacimiento de Cristo, y se cumple esta profecía con el nacimiento de Jesús en Belén. ¿Qué significa este señalamiento del profeta? No es simplemente haber anunciado, del nacimiento de Cristo, del nacimiento del Mesías; tiene una mayor amplitud esta profecía, no es simplemente ese el objetivo. Nos quiere mostrar que Dios hace creer, hace crecer lo pequeño, que precisamente de lo más limitado, de lo más frágil, de lo más aparentemente insignificante, Dios hace maravillas.

Esta profecía, esta interpretación, nos viene a ayudar a la comprensión del porque Criato nace, se hace hombre, porque el Hijo de Diosse encarna, cual es la finalidad, que tiene el proyecto de Dios. Nosotros, frágiles creturas, pequeños, ¿qué somos ante Dios? ¡quién puede sentirse grande ante la majestad de quien nos ha creado y ha creado todo el universo? Somos un granito de arena perdido en el desierto, o en las playas de las arenas del mar; somos una pequeña insignificancia delante del ser de Dios. Sin embargo, así como dice el profeta Miqueas: de ti la más pequeña saldrá el jefe de Israel, de ti, de cada uno de nosotros, el Señor quiere, fíjense bien lo que digo, quiere participarnos su ser divino, para que seamos como Él.

¿Qué somos nosotros? Creaturas, ¿qué quiere Dios hacer de sus creaturas?, hijos de Dios, quiere que seamos como Jesucristo, el único hijo de Dios, de nuestra insignificancia hacer un hijo de Dios, quiere divinizarnos. No es poca cosa, es tan grande, que la mayor parte de las personas, aún católicos, aún con nuestra fe, aunque lo hayan escuchado muchas veces desde que participaron en ekguna ceremonia en el bautismo, no lo creemos realmente, no le damos crédito a este proyecto de Dios para nosotros.

Por eso son importantes estas celebraciones litúrgicas, para volver a tomar conciencia de lo que Dios quiere en nosotros, nos ha llamado para algo grande a nosotros que somos pequeños. Nos ha llamado a algo magnífico, increíble, a nosotros que nos somos más que simples creaturas. Podemos decir como María, ¿cómo será posible esto? Cuando el ángel Gabriel le anuncio que sería la madre del Hijo de Dios. Cda no de nosotros podemos preguntarnos, preguntarle a Dios ¿cómo podrá ser posible esto? y la respuesta la encontramos en la segunda lectura de la liturgia de este día, dice la carta a los Hebreos: no te aagradaron los holocaustos, ni los sacrificios por el pecado. Es decir, Dios no se complace en tantas mandas y oferndas que le hacemos, veladoras que prendemos, fíjense bien lo que estoy diciendo, no es eso lo que le complace, esas son ayudas para nosotros, para encender nuestra fe, pero no son la complacencia de Dios, aquí dice claramente en la segunda lectura que lo que le complace a Dios es qu le digamos: ¡Aquí estoy Dios mío, vengo para hacer tu voluntad!. Igual que Jesús, a pesat que esa voluntad de Dios lo llevo a la cruz, injusto y murió en ella; Eso es lo que le omplace, y tan le complació a Dios, que por eso lo resucitó de la muerte.

Nuestro destino es distinto para cada uno de nosotros, pero tenemos que descubrir cual es la voluntad de Dio, que es lo que Dios quiere que yo haga y entonces, si hacemos ese discernimiento, si clarifico que es lo que Dios quiere de mí y nos ponemos en movimiento de nosotros, de esa pequeña creatura, nos convertirá en auténticos hijos de Dios, nos divinizará.

Por eso, encontramos en el Evangelio de hoy, este hermoso encuentro entre dos mujeres, que si creyeron en Dios y que a pesar de su pequeñez le hicieron caso a Dios. Y así se lo dice Isabel a María: dichosa tú que has creído, a esto nos llama este cuarto domingo del Adviento, a creer. Navidad no es solamente el recuerdo nostálgico de un acontecimiento histórico de hace veintiún siglos. Es la realidad que se renueva en cada uno de nosotros, cuando descubriendo el proyecto de Dios, lo asumimos. La Navidad es la ocación propicia para renovar nuestra fe y ser como María, ser como Isabel; decirle al Señor creo, por eso busco tu voluntad y por eso te pido la gracia de cumplir tu voluntad en mí.

Este es el misterio que celebramos en la Navidad, el Hijo de Dios que se encarna en sea, y el Hijo de Dios que quiere nacer en cada uno de nosotros. Que mañana la Noche Buena, que pasado mañana la navidad, no sea simplemente la ocasión de pasarla bien en familia y de hacer este hermoso gesto de intercambiar regalos, sino de tomar la conciencia , de que el mayor regalo nos lo ofrece Dios, nos quiere para Él, nos quiere como hijos, nos quiere que siendo frágiles creaturas nos convirtamos en partícipes de la misma naturaleza divina de Dios.

Que así sea.

+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla
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