I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2,22-28
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.
Sal 97 R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,19-28
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
II. Compartimos la Palabra
“Permaneced”
Jesús, en el evangelio de San Juan, concibe la vida de un seguidor suyo, como la del que permanece siempre con él y en él. En esto insiste “a tiempo y a destiempo”. Tan unidos debemos estar a él como el sarmiento a la vid, como la rama al tronco. “Permaneced en mí y yo en vosotros…Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto porque sin mí no podéis hacer nada”. Si nos desgajamos de él… se nos va la savia, se nos va la vida. Y vuelve a la carga continuamente: “Padre, los que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos también conmigo… permaneced en mi amor”. La vida de un cristiano es la del que goza de una dulce intimidad con Cristo, y de ahí saca las fuerzas para no desviarse del camino por él trazado. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre está en mí y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí”.
En esta primera carta, San Juan, fiel discípulo de Jesús, vuelve a insistir en el “permanecer” en Cristo, en todo lo que le hemos oído, en todas sus promesas… “Hijos míos permaneced en él”. Palabra clave en la vida de todo cristiano: “permanecer".
“¿Tú quién eres?”
Desde luego Juan el Bautista no es el Anticristo, del que habla la primera lectura, porque no es un mentiroso. Confiesa limpiamente su identidad, su verdad. No es el Mesías, ni Elías, ni el Profeta… Lo suyo es preparar el camino a alguien más importante que él, tanto es así que no es digno de desatar la correa de su sandalia. Lo suyo es pedir a sus oyentes que se queden con Jesús, y no con él: “Es preciso que él crezca y yo disminuya”. Gesto muy importante para todo predicador, para todo cristiano. Todos nosotros debemos quedarnos con Jesús, permanecer en él, pero tenemos que invitar a todos los que nos rodean a que no se queden con nosotros, sino con Jesús, el Hijo de Dios, la Luz del mundo, el Camino, la Verdad y la Vida.
¿Cómo respondemos cada uno de nosotros a la pregunta que formularon a Juan el Bautista?: ¿Tú quién eres?
Celebramos hoy la fiesta de San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno que tienen muchas cosas comunes. Nacieron el mismo año, 330, seguidores de Cristo, monjes, teólogos incansables buscadores de la verdad, obispos… “Así como otros tienen sobrenombres, o bien recibidos de sus padres, o bien suyos propios, o sea, adquiridos con los esfuerzos y orientación de su misma vida, para nosotros era maravilloso ser cristianos, y glorioso recibir ese nombre” (San Gregorio).
Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)