2013-01-08 Radio Vaticana
(RV).- En su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2013, publicado hoy, Benedicto XVI reitera su paternal cercanía a todos los que sufren en el cuerpo y en el espíritu. Con el título «Anda y haz tú lo mismo» (Lc 10,37), el Papa recuerda las palabras de Jesús, en la parábola del Buen Samaritano, destacando que «el Señor nos señala cuál es la actitud que todo discípulo suyo ha de tener hacia los demás, especialmente hacia los que están necesitados de atención. Se trata por tanto de extraer del amor infinito de Dios, a través de una intensa relación con él en la oración, la fuerza para vivir cada día como el Buen Samaritano, con una atención concreta hacia quien está herido en el cuerpo y el espíritu, hacia quien pide ayuda, aunque sea un desconocido y no tenga recursos. Esto no sólo vale para los agentes pastorales y sanitarios, sino para todos, también para el mismo enfermo, que puede vivir su propia condición en una perspectiva de fe».
Ante la XXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará solemnemente el próximo 11 de febrero de 2013, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, en el Santuario mariano de Altötting - en Alemania, cerca de Marktl am Inn, donde nació Joseph Ratzinger - Benedicto XVI hace hincapié en que «el Año de la fe que estamos viviendo constituye una ocasión propicia para intensificar la diaconía de la caridad en nuestras comunidades eclesiales, para ser cada uno buen samaritano del otro, del que está a nuestro lado». Y presenta, como ejemplo y estímulo, algunas de las muchas figuras que en la historia de la Iglesia han ayudado a las personas enfermas a valorar el sufrimiento desde el punto de vista humano y espiritual. Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, el venerable Luigi Novarese, Raúl Follereau, la beata Teresa de Calcuta y santa Ana Schäffer de Mindelstetten.
El Mensaje de Benedicto XVI comienza evocando unas palabras del Beato Juan Pablo II, en la Carta por la que se instituía la Jornada Mundial del Enfermo, del 13 mayo de 1992 y dirige su profundo reconocimiento y ánimo a las instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, a las diócesis, las comunidades cristianas y a las asociaciones de agentes sanitarios y de voluntarios.
Antes de impartir de todo corazón su Bendición Apostólica, el Santo Padre confía la XXI Jornada Mundial del Enfermo a «la intercesión de la Santísima Virgen María de las Gracias, venerada en Altötting, para que acompañe siempre a la humanidad que sufre, en búsqueda de alivio y de firme esperanza, que ayude a todos los que participan en el apostolado de la misericordia a ser buenos samaritanos para sus hermanos y hermanas que padecen la enfermedad y el sufrimiento».
(CdM – RV)