2013-01-11 Radio Vaticana
(RV).- La tarde del viernes en la Sala Clementina, el Santo Padre recibió en audiencia al Cuerpo de la Gendarmería Vaticana. A la vez que para los saludos de año nuevo, el Papa ha deseado especialmente conceder esta audiencia para manifestar al Cuerpo su estímulo y gratitud luego de un periodo en el que "ha debido responder a desafíos particularmente comprometedores".
Palabras del Santo Padre:
¡Señor Comandante,
queridos Dirigentes, Comisarios e Inspectores,queridos Gendarmes y Bomberos!
Estoy muy contento de recibirlos hoy en el Palacio Apostólico y de dedicar este momento a todos ustedes, que diariamente están al servicio del Sucesor de Pedro, ofreciendo con encomiable disponibilidad su preciosa obra diurna y nocturna en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Les saludo con viva cordialidad, iniciando por el Comandante Dr. Domenico Giani, al que agradezco las palabras con las que ha interpretado sus sentimientos, delineando las pautas que orientan su compromiso. Dirijo mi reconocido pensamiento al Cardenal Giuseppe Bertello y al Obispo Mons. Giuseppe Sciacca, respectivamente Presidente y Secretario General de la Gobernación, que no hacen faltar el apoyo necesario al Cuerpo de la Gendarmería y a aquel de los Bomberos. Saludo cordialmente al Cardenal Tarcisio Bertone, mi Secretario de Estado, agradeciéndole por su presencia en este encuentro. También dirijo una palabra de aprecio al padre Gioele Schiavella y a don Sergio Pellini, por su ministerio a favor del crecimiento espiritual de todo el Cuerpo de la Gendarmería.
¡Un saludo especialmente afectuoso a cada uno de ustedes, queridos Gendarmes! Esta circunstancia me ofrece la oportunidad de expresarles con intensidad de sentimientos mi estima, mi vivo estímulo y sobre todo mi profundo reconocimiento por el generoso trabajo que desenvuelven con discreción, competencia y eficiencia y no sin sacrificio. Casi todos los días tengo la oportunidad de encontrar a alguno de ustedes en los varios puestos de servicio y de constatar personalmente su profesionalidad en el colaborar y garantizar la vigilancia al Papa, como también el necesario orden y la seguridad de cuantos residen en el Estado o de aquellos que participan en las celebraciones y los encuentros que se desarrollan en el Vaticano. El Cuerpo de la Gendarmería está llamado a desenvolver, entre sus diversas tareas, aquella de acoger con cortesía y con gentileza a los peregrinos y los visitantes del Vaticano, que llegan desde Roma, de Italia y de todas partes del mundo. Esta obra de vigilancia y de control, que ustedes llevan a cabo con diligencia y solicitud, es ciertamente considerable y delicada: ella requiere a veces no poca paciencia, perseverancia y disponibilidad a la escucha. Se trata de un servicio más que nunca útil al tranquilo y seguro desenvolvimiento de la vida cotidiana y de las manifestaciones religiosas de la Ciudad del Vaticano.
En cada peregrino o visitante, sepan ver el rostro de un hermano que Dios pone en su camino; por tanto acójanlo con gentileza y ayúdenlo, sintiéndolo parte de la gran familia humana. Como he escrito en el Mensaje para la reciente celebración de la Jornada Mundial de la Paz: «La realización de la paz depende sobre todo del reconocimiento de ser, en Dios, una única familia humana. Ella se estructura, como ha enseñado la Enciclica Pacem in terris, mediante relaciones interpersonales e instituciones sostenidas y animadas por un “nosotros” comunitario ... La paz es orden vivificado e integrado por el amor, de tal manera de hacer sentir como propias las necesidades y las exigencias de los demás » (n.3).Su actividad será por tanto más eficaz para la Santa Sede y enriquecedora para ustedes, cuanto más se pueda desarrollar en un contexto de serenidad y de armonía. Con tal propósito, es necesario que los Gendarmes que garantizan desde hace largo tiempo su servicio al interno del Cuerpo así como los responsables del Comando, favorezcan cada vez más las relaciones de confianza de forma de sostener y de estimular a todos los miembros de la Gendarmería Vaticana, también en los momentos difíciles.
Queridos amigos Gendarmes y Bomberos, que su peculiar presencia en el corazón de la cristiandad, a donde masas de fieles llegan sin parar para encontrar al Sucesor de Pedro y para visitar las tumbas de los Apóstoles, suscite cada vez más en cada uno de ustedes el propósito de intensificar la dimensión espiritual de la vida, así como también el compromiso a profundizar su fe cristiana, testimoniándola valientemente en cada ambiente con una coherente conducta de vida. Con tal fin, les es de ayuda el Año de la fe que estamos celebrando: él constituye una ocasión privilegiada para re descubrir cuánto gozo hay en el creer y en el comunicar a los demás que el encuentro salvífico y liberador con Dios realiza las aspiraciones más profundas del hombre, sus anhelos de paz, de fraternidad, de amor. En los días pasados la liturgia nos ha invitado a contemplar a Jesús que se ha hecho hombre y ha venido entre nosotros. Él es la luz que ilumina y da sentido a nuestra existencia; es el Redentor que trae la paz al mundo. Contemplemos a la Virgen Santísima mientras lo tiene entre brazos, como madre premurosa, para donarlo a todos los hombres, y acojámoslo ¡con confianza y gozo! Como María, también nosotros miremos con atención y custodiemos en el corazón las grandes cosas que Dios cumple cada día en la historia. Aprenderemos así a reconocer, en la trama de la vida cotidiana, la intervención constante de la divina Providencia, que todo guía con sabiduría y amor.
Queridos amigos, renuevo a todos ustedes el agradecimiento más sincero y afectuoso por su colaboración; que este su generoso y apreciado servicio pueda ser recompensado por el Señor. A Él dirijo mi oración, para que les ayude a desarrollar su profesión, siempre fieles a aquellos ideales que ella requiere. Mientras más sólidos son los principios morales que les inspiran, más autorizadas serán sus intervenciones. Continúen actuando siempre con tal espíritu. Que en las justas aspiraciones que nutren les protejan y sostengan sus patronos celestiales, el Arcángel San Miguel y Santa Bárbara; les sea de consuelo y de estímulo mi constante benevolencia; y les acompañe la especial Bendición Apostólica, que de corazón imparto a ustedes y a sus familias.
Traducción del italiano:Raúl Cabrera, Radio Vaticano