Las razones de quien se manifiesta

2013-01-11 L’Osservatore Romano, París, 11.

El cardenal arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, estará en París el domingo 13 para participar en la manifestación, que se preanuncia imponente, contra el proyecto de ley orientado a introducir en Francia el matrimonio entre personas del mismo sexo y el consiguiente derecho a la adopción. A su lado estarán otros prelados —al menos ocho han anunciado su presencia, mientras que el cardenal arzobispo de París, André Vingt-Trois, presidente del episcopado, debería acercarse al final a saludar a los participantes—, pero también representantes de otras confesiones y tradiciones religiosas, así como muchas organizaciones laicas y de la sociedad civil. En las últimas horas el purpurado, que sobre el tema expresó inmediatamente posturas muy claras, ha concedido diversas entrevistas a los medios transalpinos. En primer lugar para indicar la aconfesionalidad de la manifestación (“El responsable de los musulmanes de Francia me ha dicho que el domingo quiere marchar a mi lado”), pero sobre todo para subrayar los motivos de la contrariedad respecto a una medida que, como dijo en meses pasados, se arriesga a provocar una profunda “fractura en la sociedad”.

Respondiendo a Tristan Malle, de la AFP, monseñor Barbarin expresó que el matrimonio entre personas del mismo sexo tendrá como consecuencias las de “confundir los puntos de referencia” de la sociedad y “debilitar a las familias”. El proyecto, como es sabido, pretende también modificar en el Código Civil todos los términos como padre, madre, marido y mujer, utilizando otros neutros como progenitores, esposos, etcétera. “Cambiar el significado de las palabras, en este caso la definición del matrimonio —dijo el cardenal Barbarin a Bruno Bouvet de 'La Croix'—, es una violencia a la nación que tendrá duras consecuencias”. No se trata, como se aclara, de lanzar una contraposición entre Iglesia y Estado, ya que, además, “esta postura no es sólo la de la Iglesia católica: veo una profunda convergencia con las demás religiones, con muchos educadores y psiquiatras y tantas personas de sentido común que no son creyentes”.