2013-01-20 L’Osservatore Romano
El cristiano que trabaja en los organismos de caridad debe adherirse “al punto de vista de Dios”, a su proyecto sobre el hombre, sin dejarse seducir por derivas negativas provocadas por ideologías manipuladoras que tienden a afirmar “la absolutización del hombre”. Fueron palabras del Papa, el 19 de enero, en la audiencia a los participantes de la asamblea plenaria —dedicada al tema “Caridad, nueva ética y antropología cristiana”— del Consejo pontificio Cor Unum.
Cuando el hombre no ha buscado tal proyecto —siguió el Pontífice— se hace víctima de las culturas que han acabado por esclavizarle. Al respecto evocó el período en el que dominaban “ideologías glorificadoras del culto de la nación, de la raza, de la clase social”, reveladas después como “auténticas idolatrías”. No muy diferente es lo que sucede en nuestros días a causa de lo que el Papa no duda en definir “capitalismo salvaje” con su culto al beneficio y las consiguientes crisis, desigualdades y miseria. “Por otro lado, lamentablemente, también nuestro tiempo conoce sombras que oscurecen el proyecto de Dios —observó—. Me refiero sobre todo a una trágica reducción antropológica que vuelve a proponer el antiguo materialismo hedonista, al que se añade sin embargo un 'prometeísmo tecnológico'. De la unión entre una visión materialista del hombre y el gran desarrollo de la tecnología emerge una antropología en su fondo atea”. Prescindiendo de Dios —añadió— se cae en la perspectiva de un hombre privado de su alma, cada experimento resulta aceptable y cada manipulación legitimada. Está claro que ante semejante reducción antropológica le corresponde a cada cristiano, en particular a cuantos están comprometidos en actividades caritativas, ejercer discernimiento y vigilancia, y también “rechazar financiaciones y colaboraciones que directa o indirectamente favorezcan acciones o proyectos en contraste con la antropología cristiana”, subrayó, recordando que la Iglesia está siempre comprometida “en promover al hombre según el proyecto de Dios” en su dignidad integral y en el respeto de sus dimensiones “vertical y horizontal”.