SAN ASCLAS gozó de gran fama en Egipto y en todo el oriente, y su nombre se halla en el Martirologio Romano. Su vida, tal como la resumen los sinaxarios, se reduce a lo siguiente: "Asclas, originario de la Tebaida, fue acusado de creer en Cristo, y compareció ante el gobernador llamado Arriano. Como confesara valientemente su fe, fue torturado en el potro, azotado hasta dejarle descubiertas las costillas, y finalmente encerrado en un calabozo. Por entonces, el gobernador tuvo que hacer un viaje a la otra ribera del Nilo. El santo pidió a Dios que no le dejase llegar a la otra orilla, hasta que hubiese confesado por escrito la divinidad de Cristo. Arriano se embarcó, pero la barca permaneció inmóvil, a pesar de los esfuerzos de los remeros. Al saber esto, el santo envió a decir al gobernador que sólo confesando por escrito la divinidad de Cristo podría llegar a salvo a la otra orilla. El gobernador pidió que le trajesen un papel y escribió que era grande el poder del Dios de los cristianos y que fuera de El no existía ninguna otra divinidad. Inmediatamente la barca empezó a avanzar. En cuanto Arriano estuvo de vuelta, mandó que las heridas del santo fuesen quemadas con antorchas; después, ordenó que le colgasen una gran piedra al cuello y le arrojasen al río. Así ganó Asclas la corona de los mártires". Difícilmente se puede negar, por la forma misma del relato, que hay en él muchos elementos legendarios.
Butler Alban - Vida de los Santos